Pilcaya, Guerrero muestra sus monumentales ofrendas

Conoce un lugar original para disfrutar de una tradición milenaria

El Día de Muertos en México es una experiencia única, ya sea que te encuentres en Mixquic, Pátzcuaro o Xochimilco, cada pueblo y región guarda una tradición que es considera patrimonio cultural, en todo país. La forma de recordar a nuestros familiares difuntos es un verdadero espectáculo que mezcla la gastronomía, la música, la danza y el folclor.

En Pilcaya, Guerrero hay una tradición especial, las ofrendas o altares en honor a los muertos, son un espacio de reunión familiar, pero también un encuentro social, que permite acercarte a tus vecinos y amigos, que te permite conocer los cambios físicos del pueblo, recorrer sus calles y realizar un trueque muy particular.

Con muchos días de antelación, las familias que han perdido a un ser querido en el último año, colocan ofrendas monumentales, la mayoría es de estas es montada en la sala, corredor o patio principal, reúnen las características típicas de las ofrendas mexicanas, los alimentos son colocados en diversos niveles, no falta el pan tradicional, agua, flores y papel picado, pero se añaden elementos como luces, telas que representan el cielo y sobre la cual son colocadas imágenes de ángeles que evocan el paraíso en donde se piensa, descansan nuestros familiares.

Cada familia monta estos altares con estilo propio, se suman artículos personales del ser querido, si en vida, el homenajeado era panadero, mecánico o conductor, estos elementos estarán presentes en la ofrenda, hay quienes realizan enormes tapetes de aserrín pintado o pétalos de flores, prendas de vestir, libros, instrumentos musicales, figuras religiosas y el retrato de quién se recuerda esa noche.

La noche del 31 de octubre, las ofrendas que se abren al público son las que están dedicadas a los niños fallecidos, las y los pobladores y turistas comienzan un recorrido por el pueblo, llevan consigo ceras largas, cuando llegan a una de estas ofrendas se las entregan a los anfitriones, quienes en agradecimiento por la visita entregan un artículo de recuerdo.

El día 1 de noviembre, es cuando se abren al público las ofrendas dedicadas a los difuntos adultos, las familias salen de sus hogares con muchas ceras, pues en ocasiones llega a haber más de 50 ofrendas que visitar, afuera de las casas con “ofrendas nuevas” los hombres de la casa ofrecen algún aperitivo, el coyote, que es la bebida tradicional, es infaltable en la celebración, pero también se puede degustar rompope, licores de frutas, tequila o mezcal.

Los niños de los hogares anfitriones están preparados para ofrecer dulces a los niños visitantes, porque la tradición de pedir calaverita se mezcla con las visitas a las ofrendas.

Las bandas de viento, los grupos norteños y los tríos realizan recorridos para interpretar una o dos piezas musicales en cada ofrenda a cambio de una recompensa económica voluntaria.

Cada visitante decide su ruta y la cantidad de ofrendas que quiere o puede visitar, si eres turista eres igualmente bienvenido, no hay distingo, puedes entrar incluso sino llevas cera, eso sí, para el trueque es indispensable dejar la vela, así la familia te ofrece el recuerdo de esta primera ofrenda dedicada a su familiar acaecido en el último año.

Tradicionalmente las familias receptoras preparaban arroz, mole rojo y tamales de frijol, hacían porciones individuales y se entregaban a cambio de estas velas, también arroz con leche y pan de muerto. Hoy en día los recuerdos son muy variados, pueden ser imágenes religiosas, piezas de barro, alimentos, cuadros decorativos y hasta recipientes de cocina de plástico. 

El recorrido termina cuando los anfitriones se han quedado sin recuerdos que intercambiar o bien cuando las personas visitantes se han quedado sin ceras para ofrecer, este tipo de ofrendas implica una inversión muy importante, por lo que la ofrenda abierta al público y con intercambio de recuerdos solo ocurre el primer Día de Muertos después del fallecimiento de la persona, los años posteriores las ofrendas se colocan en cada hogar, pero sin recibir visitas.

Pilcaya recibe a los visitantes siempre con calidez, con amabilidad y con gozo, estas ofrendas implican una última despedida, por ello imprimen en cada detalle todo el amor y cuidado posible, es un encuentro místico y solemne pero salpicado de alegría, de charlas sobre anécdotas que en vida compartieron con el homenajeado, son momentos nostálgicos que las familias anfitrionas comparten con los visitantes, donde no solo abren las puertas de su hogar, sino también de su corazón para, todos junto, recibir a los fieles difuntos.

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