A dos años del estreno de su último largometraje Madres paralelas, el cineasta manchego Pedro Almodóvar regresa con un cortometraje. Un western protagonizado por Ethan Hawke y el actor de moda Pedro Pascal. Pero hay más detrás de la historia de este proyecto de Almodóvar de lo que vale la pena comentar.
Extraña forma de vida es el primer trabajo de la productora Saint Laurent Productions. Una filial de la compañía de moda fundada por el celebre modista francés Yves Saint Laurent. Que ahora perteneces al Grupo multinacional Kering.
Con la coproducción de Saint Laurent y El Deseo (la compañía productora de los hermanos Almodóvar), la firma de moda se convierte en la primera del ramo en financiar y producir una producción cinematográfica. Abarcando todos los aspectos de producción y no solo el apartado de vestuario.
Este proyecto se convierte en la segunda incursión del realizador al idioma anglosajón. Después del corto La voz humana (2020), protagonizado por Tilda Swinton.
Pedro se ha resistido durante años a rodar un largometraje en inglés, a pesar de que Hollywood ha coqueteado con él durante años. Sobretodo después de obtener el Óscar hace 20 años a mejor guion original por Hable con ella (2003).
Su más reciente intento fue con Manual de mujeres de limpieza, un proyecto que será protagonizado por Cate Blanchet. Que terminó abandonando por considerar que la cantidad de locaciones y actrices no le daban suficiente tiempo para ensayar y desarrollar el proyecto.
Extraña forma de vida
Pero mientras se realiza el esperado y soñado largometraje de Pedro en inglés, Extraña forma de vida nos lleva al oeste americano. Con dos protagonistas de alto calibre que desafía el canon de los vaqueros del viejo oeste, con una historia al estilo Almodóvar.
Silva (Pedro Pascal) y Jake (Ethan Hawke) fueron amigos y amantes hace 25 años. Y un acontecimiento lleva al primero a cruzar el desierto para ver a su amigo que ahora es Sheriff.
La reunión de ambos trae remembranzas de los lazos que los unieron, pero también de lo que lo separa. Y puede ser que una noche de vino y pasión, a pesar de su intensidad, no sea suficiente para unir sus destinos.
Con treinta minutos el cortometraje muestra la evolución del realizador y da sentido a su abandono de Manual de mujeres de limpieza. Con un Almodóvar minimalista, con pocos ornamentos y elementos estéticos, más allá de la ropa de Saint Laurent. Con pocos diálogos y trabajando con lo básico. Deshaciéndose de la paja y contando solo con el clímax de la historia en un western queer, que funciona con el sello del cineasta. Que desde el principio da el tono dramático y pasional con el tema “Estranha Forma de Vida” de Caetano Veloso.
Pero que también puede ser uno de los dos defectos de la película. El estilo de Almodóvar no es para todo mundo, principalmente por su estilo y elementos queer. Pero para los que somos amantes de su cine es sin duda una pieza indispensable.
El segundo defecto de Extraña forma de vida, tal vez, puede ser su conclusión, que nos deja con ganas de más. Sin bien es cierto que al ser el clímax de la historia no nos hace falta el inicio el final nos deja con ganas de ver que pasará con los protagonistas.