Dicen los que saben que Aviñón es o era una casa de placer del viejo París, el de finales del XIX y principios del XX, casa a la que asistían toda clase de personajes en calidad de parroquianos o comensales y algunas veces como buscadores de placeres entre los que se encuentran los más célebres integrantes de la bohemia cultural parisina, uno de ellos, tal vez el más destacado era Pablo Ruíz Picasso mejor conocido con su nombre artístico el breve Pablo Picasso, algunas veces contrató a una o varias de las mujeres que por ese entonces prestaban sus servicios especializados en la casa de placeres de Aviñón, en cuyo honor se llamó al ya famoso cuadro “Las Señoritas de Aviñón”, obra que por cierto marcó el destino del arte pictórico del siglo XX, yo cuando menos no me podría explicar al siglo XX sin la figura del inmortal pintor.
Este no es el lugar adecuado para opinar sobre la llamada profesión más antigua del mundo, este medio no es adecuado para juzgar la conducta de las personas, existen causas bien encaminadas para fustigar la trata de personas que no era cuestionado ni castigado con la severidad con que hoy lo pretenden las autoridades en casi todo el mundo, trato de que el tema sirva para ilustrar lo que desde mi punto de vista es el ejercicio de la actividad con el arte y la vida real y me encuentro cosas muy curiosas, como por ejemplo ¿sabía usted que Michelangelo Buonarroti frecuentaba asiduamente algunas de estas casas de diversión?,
¿Sabía que para algunas de las figuras de su obra más emblemática en el Vaticano utilizó como modelos a algunas de las mujeres de dicho centro de esparcimiento?
Estos por supuesto no son los únicos ejemplos sobre la influencia del comercio sexual en la vida, México no es ninguna excepción de tal actividad desde que se autorizó a principios de la Colonia el establecimiento de estos negocios en la calle de las Gallas en lo que hoy es la calle de Mesones en el Centro Histórico de la Ciudad de México, que abrió sus puertas en los primeros años de la dominación hispana (hay una placa que alude a dicho centro social), frecuentado por toda clase de personajes incluidos dos miembros del clero que le causaron alboroto a las almas puritanas de ese tiempo.
De algunos años para acá, trascendió que existe una casa de citas para damas de posición acomodada en la colonia Jardines del Pedregal, llegan en sus camionetas, entregan a la entrada una lista de compras que un empleado del establecimiento se encargará de surtir en lo que la dama se da gusto con el personal del mencionado establecimiento, al final de la mañana la Señora sale muy contenta y satisfecha y con su lista del supermercado en la cajuela de su vehículo, un gran servicio para la sociedad capitalina de la zona que tiene mujeres satisfechas y un problema menos para la estabilidad de los matrimonios.
La verdad es que este es un tema para una crónica muy larga, en todas las áreas de la vida humana han existido desde siempre los y las comerciantes de placer carnal, los artistas como Henri de Toulouse-Lautrec, Edgar Degas, Vincent van Gogh y muchos otros que se inspiraron en las chicas de compañía que poblaban los salones de diversión y dieron paso a algunas de sus mejores obras.
La historia de la pintura y los pintores es casi tan vieja como la profesión que dice ser la más antigua del mundo.