Por Óscar Fernández
“El hombre nunca puede saber que lo debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni enmendarla en sus vidas posteriores”
Milan Kundera podría ser el escritor checo más importante de todos los tiempos, puesto que Kafka, aunque nació en Praga escribía en alemán, pues en su tiempo la ciudad que le vio nacer pertenecía al imperio austrohúngaro.
Kafka y Kundera fueron eternos candidatos al nobel, y cuando eso pasa difícilmente se encuentran con el premio, ambos existencialistas, se decantaron por la filosofía de lo absurdo, esta vida que no tiene mayor importancia donde todo pasa por casualidad y el humano solo se adapta a una serie de circunstancias tomando limitadas decisiones que no harán un cambio significativo.
Kundera en su obra más conocida “La insoportable levedad del ser” con una serie de personajes nos introduce en lo que es liviano y lo que es pesado, una perfecta combinación entre la novela y la filosofía. Publicada en 1984 y escrita en checo, ambientada en Praga de 1968, cuando se llevó a cabo la invasión rusa, sumergiéndonos en la vida de un hombre llamado Tomás, y sus dudas existencialistas en torno a la vida en pareja, sus conflictos sexuales y afectivos, con un profundo sentido trascendental, lo inútil de la existencia y la necesidad del eterno retorno de Nietzsche, que enuncia que todo lo vivido ha de repetirse eternamente.
Tomás, se convierte de un militante eufórico a perseguido del sistema, a pesar de amar a su esposa no puede resistir la tentación de acostarse con otras mujeres sin saber lo que buscaba. Se había puesto reglas y una de ellas después de perder la custodia de su hijo era no volver a enamorarse, hasta que llegó Teresa.
Teresa sufre por las infidelidades de su esposo, pero se resigna a aceptarlas por temor a perderlo, cree que su marido es la persona que le dio una razón para vivir, pues su madre a quien a todas luces repudia, le había hecho ver los cuerpos de las mujeres como imperfectos, se mostraba en el baño con la puerta abierta para que fuera vista por su hija quien criada con inseguridad llega con Tomás pidiendo protección, una mujer perdida en la historia, su única felicidad era su perra, Karenina, con quien muestra su lado más puro y humano, también en la novela Teresa es la única favorecida por la invasión rusa, pues se vuelve fotógrafa a raíz de esa coyuntura y argumenta que su fotografía es para crearle una conciencia al mundo de la situación de su país.
Teresa es lo pesado y Sabina la ligereza; amante de Tomás, que con el tiempo se volvió amiga de Teresa, ella miraba la piedra del sepulcro como algo pesado, y en una analogía elige la vida y la libertad, siempre en lencería y con sombrero de bombín se mostraba relacionándose con hombres comprometidos, otorgándole a la infidelidad una importancia nula.
Franz un hombre que se deshace de su esposa y de su hija, siendo amante de Sabina se contagia de la ligereza y se libera de la culpa, él se quiere quedar con su amante, pues en su casa nada de ilusión guardaba ya, pero Sabina que no tiene ataduras decide dejarlo y marchándose sin explicación deja a Franz a la deriva, pero él resuelve su vida quedándose con una de sus alumnas de gafas con armazón pesado, ella lo admiraba y para él ese era el amor en el ocaso de sus años.
Kundera se refleja en sus personajes, pues todos ellos tienen algo de él, militante del partido comunista del que fue expulsado un par de veces, en su país se quedó sin trabajo y tuvo que dedicarse al piano como su padre, pues sus libros estaban prohibidos. Su exilio fue en Francia, país en el que vivió hasta sus últimos años, se le retiró la nacionalidad checa y muchos en su país más que admiración le guardan rencor, sus novelas posteriores fueron en lengua francesa y aun así pudo seguir expresase con las letras. Enemigo de las adaptaciones al cine, vio uno de sus libros en la pantalla grande y a pesar de que fue un éxito a Kundera no le gustó, y en sus obras puso una leyenda en la que prohibía cualquier adaptación de sus obras.
Su magnífica prosa nos obliga a detenernos a pensar, pues aunque plantea situaciones cotidianas de la vida, Kundera profundiza de una manera muy particular en estos temas con sus personajes, que pueden ser tan livianos o pesados según los ojos del lector, en su novela maestra nos hace reflexionar sobre la traición, incluso le da importancia a hacer el amor con los ojos abiertos o cerrados, describe dentro del entramado el sentir de los amantes traidores que lejos de arrepentirse buscan otra experiencia más ideal.