Por Óscar Fernández
“Gracias por mantenerme vivo”
Sixto Rodríguez
Su música transformaba a las notas en la lucha de clases como fondo, llegó a ser comparado con Bob Dylan, Elvis Presley o los Rolling Stones, su nombre era Sixto Rodríguez, y murió en agosto del 2023 a los 81 años, estadounidense de nacimiento, aunque de origen mexicano, en definitiva, un chicano que siempre se preguntaba en sus letras por las lágrimas en los ojos de los niños, el soldado que muere o los sueños que no se han cumplido.
En los suburbios de Detroit nació la leyenda, era un obrero de la construcción en aquella ciudad fantasma a la que le dio la espalda el mundo, con la segregación racial más fuerte de todo Estado Unidos, se llamó Sixto porque fue el sexto hijo, con su guitarra que sonaba tristona denunciaba todo lo que ocurría en su entorno, las drogas, el racismo, la represión, la falta de oportunidades, y revelarse con lo que no estaba bien. Cada revolución necesita su himno y con “I wonder” se lo preguntaba todo, inspirado por Dylan, y el blues antisistema.
Fue un fenómeno en Sudáfrica, su música se escuchaba en aquel lejano país y él no lo sabía, su historia da miedo, en estos tiempos lo que le sucedió a Sixto no le podría suceder a nadie. Y aunque censuraron sus canciones su natal Detroit se parecía mucho a Sudáfrica. En aquellas tierras todos tenían sus discos, cantaban sus temas, pero nadie sabía quién era él, estaba rodeado de mitos, pero todos tenían su LP en casa.
La música de Sixto se vendía más que Elvis en Sudáfrica, era más representativo de la cultura de aquel país, pero ¿Quién era Sixto? Un muerto, una leyenda, un mito, nadie lo sabía.
Uno de los temas más famosos de Sixto Rodríguez fue Sugar Man, entonces Steven Segerman, escribe de él y lo apodan Steven Sugar man, después aparece un periodista Craig Strydom quien está dispuesto a buscar al verdadero Sixto.
El padrino negro era el dueño del sello discográfico que distribuía a Sixto y fue el quien se quedó con todo el dinero durante 25 años, Sixto seguía siendo un obrero en Detroit sin saber de su fama en Sudáfrica. Hubo tres leyendas de que había muerto de una forma escandalosa en algún concierto, una era de un disparo ante la concurrencia, otra rociándose gasolina y prendiéndose fuego, pero eso era mentira. Entonces Craig hizo un blog para dar con Sixto, en los 90 que empezaba el internet el blog se cargó de comentarios mencionando la popularidad de Sixto como figura pública e influyente de la música y el pensamiento, su hija Eva contestó – No entiendo por qué dicen que mi padre es un ídolo popular, pero si quieren saber de él yo puedo ayudarles.
Llaman a Eva, hablan con Rodríguez y sus 3 hijas, pero ellos no sabían nada de aquel lejano país, mucho menos del impacto que había tenido para su gente, entonces en 1998 se organizó una gira con Sixto, pero todos pensaron que era un fraude, pues como era posible que Sixto no estuviera enterado de su fama o se hubiera ocultado así. Muchos se burlaban “hombre muerto no hace giras”
Cuando Sixto llegó a Sudáfrica era una estrella de rock, lo esperaban dos limusinas. Las hijas contaron que era un buen padre y las sacó adelante trabajando como obrero en la construcción, cuando pisó el lejano país había letreros por todo el camino presentado aquella gira extraña, pero después sucedió lo increíble, se llenaron cinco estadios, él no tenía músicos, pero había influenciado a tantos artistas que varias bandas querían tocar con él, entonces se armó el equipo con los elegidos, nadie lo creía hasta que lo escucharon cantar. Todos se sabían sus canciones, pues había infinidad de grupos tributo.
Cuando pisó el escenario y escuchó a su público gritar con emoción y euforia dijo “gracias por mantenerme vivo” y arrancó con su hit “I Wonder”
En Sudáfrica una gran estrella, en Detroit uno más, pero él mantenía esa doble vida. En 2012 Malik Bendjelloul quien murió a los 35 años hizo un documental “Searching for a Sugar Man”, y ganó el Oscar. Después de este documental se convirtió en un musico de culto, más que convertirse se le reconoció haciéndole ocupar el lugar que le pertenecía, y la fortuna llegó a él un poco tarde, aunque más que buscar un redito económico que ya estaba perdido, y con el que había dado tanto al Padrino Negro y a quienes lo habían ocultado, el solo buscaba la conciencia social y la justicia, muy congruente con sus letras.
La suerte para Rodríguez fue la similitud entre Detroit y Sudáfrica, aquí es cuando la ficción supera a la realidad, Sixto no dejó de trabajar ni un solo día en la construcción, mientras del otro lado del mundo sus canciones eran himnos.