Un recorrido por Borges y sus obras II 

Por Javier Gutiérrez Ruvalcaba 

Para 1955, siendo director de la Biblioteca Nacional de Argentina, Jorge Luis Borges queda prácticamente ciego y sin embargo continuó entregando trabajos en colaboración: En 1951, ‘Antiguas literaturas germánicas‘, con Delia Ingenieros; en 1953, ‘El Martín Fierro‘, con Margarita Guerrero; en 1955, ‘Leopoldo Lugones‘, con Betina Edelberg y un par con Adolfo Bioy Casares, ‘Los orilleros‘ y ‘El paraíso de los creyentes‘ (guiones de cine) y ‘La poesía gauchesca‘ (antología); en 1957, ‘Manual de zoología fantástica‘, con Margarita Guerrero.

Esa ceguera fue heredada del abuelo a su padre y finalmente a él. Se fue dando como un abandono progresivo de los colores y las formas. Cuando se fue agravando, mencionó que todavía podía descifrar algunos colores, «todavía puedo descifrar el verde y el azul. Hay un color que no me ha sido infiel, el color amarillo (…) El blanco ha desaparecido o se confunde con el gris. En cuanto al rojo ha desaparecido del todo».

Al momento que entendió que ni todos los recursos médicos detendría la rápida pérdida de visión, resignado declaró: «Ya que he perdido el querido mundo de las apariencias, debo crear otra cosa, yo tengo que crear lo que sucede al mundo visible que, de hecho, he perdido».

Ulteriormente, en 1977, cuando dictó una conferencia llamada, precisamente, «La ceguera» comentó: «Es dramático el caso de aquellos que pierden bruscamente la vista: se trata de una fulminación, de un eclipse; pero en el caso mío, ese lento crepúsculo empezó cuando empecé a ver. Se ha extendido desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento crepúsculo que duró más de medio siglo».

Emecé le imprimió en 1960, ‘El hacedor‘, primer libro inédito para la empresa editorial. El volumen constó de cincuenta y cinco poemas, así como varios relatos y ensayos. En su epílogo, Borges explicó el porqué de su heterogeneidad: «Quiera Dios que la monotonía esencial de esta miscelánea (que el tiempo ha compilado, no yo, y que admite piezas pretéritas que no me he atrevido a enmendar, porque las escribí con otro concepto de la literatura) sea menos evidente que la diversidad geográfica o histórica de los temas. De cuantos libros he entregado a la imprenta, ninguno, creo, es tan personal como esta colecticia y desordenada ‘silva de varia lección’, precisamente porque abunda en reflejos y en interpolaciones».

Ese mismo año, el Congreso Internacional de Editores, que se reunió en Formentor, Mallorca, decidió otorgarle a ‘Ficciones‘ el Premio Internacional, compartido con Samuel Beckett y su trilogía (‘Molloy‘, ‘Malone muere‘ y ‘El innombrable‘). El lauro incluyó ediciones en alemán, francés, inglés e italiano. 

Fue el momento de la internacionalización, tanto así que la Universidad de Texas, que había tirado en inglés ‘Otras inquisiciones‘ y ‘El hacedor‘, le organizó una serie de conferencias, con las que obtuvo un notorio éxito, tanto entre el público como entre la crítica.

El autor que en sus inicios firmara simplemente como Jorge Borges siempre fue reacio a escribir novela, y así lo expresó: «Creo que si yo empezara a escribir una novela, me daría cuenta de que se trata de una tontería y que no la llevaría hasta el fin».

En 1964, al cumplirse el aniversario número veinticinco de Emecé, estos enviaron a librerías ‘Obra Poética 1923-1964‘, que integró ‘Poemas 1923-1958‘ y los siguientes versos hasta esa fecha. 

Para 1965, generó un libro de milongas llamado ‘Para las seis cuerdas‘, donde evocó el mundo de esas composiciones musicales porteñas, en compás binario de finales del siglo XIX. Además, prosigue con sus trabajos en colaboración, bajo el amparo de otros sellos editoriales, por lo que facilitó este mismo año ‘Introducción a la literatura inglesa‘, teniendo a María Esther Vázquez como coautora. Acto seguido, en 1966, en el mismo tenor de las coautorías encontramos una reedición del volumen que alumbró con Delia Ingenieros, pero ahora llamado ‘Literaturas germánicas medievales‘.

Acto seguido, en 1967 la edición ampliada del trabajo con Margarita Guerrero, ‘Manual de zoología fantástica‘, intitulada ‘El libro de los seres imaginarios‘.

Con Adolfo Bioy Casares escribió ‘Crónicas de Bustos Domecq‘, publicado en 1967.

Luego de cinco años de no publicar poesía, redactó ‘Elogio de la sombra‘ para que 1969 por fin apareciera un poemario.

Tardó hasta 1970 para reaparecer con un volumen de cuentos, inspirado en ‘Los viajes de Gulliver‘, ‘El informe de Brodie‘ y para 1972 se imprimió otro de poesía, ‘El oro de los tigres‘.

Al cumplir Borges setenta y cinco años y tras un año entero de revisión, en 1974 Emecé lanzó ‘Obras Completas 1923-1972‘, volumen que reunió cincuenta años de su quehacer literario.

En lo que respecta a su último libro de cuentos, ‘El libro de arena‘, obra que a decir del hombre que escribió su primer poema en 1919 fue su obra maestra, y en cuyo epílogo redactó: «Prologar cuentos no leídos aún es tarea casi imposible, ya que exige el análisis de tramas que no conviene anticipar. Prefiero por consiguiente un epílogo». Este nació en 1975, al lado de un libro de poemas, ‘La rosa profunda‘ y de una antología titulada ‘Prólogo, con un prólogo de prólogos‘, donde se recopiló cuarenta de los prefacios que Borges escribió entre 1927 y 1974 y fue editado por Torres Agüero Editor.

De esos proemios, el mismo creador de la revista ultraísta ‘Proa‘ tenía una opinión con tendencia astrológica: «El prólogo, cuando son propicios los astros, no es una forma subalterna del brindis; es una especie lateral de la crítica».

En los siguientes dos años se imprimieron un par de libros de poesía, ‘La moneda de hierro‘, en 1976, e ‘Historia de noche‘.

En 1977, de nueva cuenta hizo colaboraciones, ‘¿Qué es el budismo?‘, con Alicia Jurado y ‘Nuevos cuentos de Bustos Domecq‘, con Adolfo Bioy Casares.

En 1979, Emecé sacó a la venta ‘Obras Completas en colaboración‘ y un libro de conferencias, ‘Borges oral‘, a las cuales se refería como «clases» y que fueron dictadas en la Universidad de Belgrano, un año antes de su impresión.

El otro tomo de conferencias, ‘Siete noches‘, recopilación de las charlas que Borges ofreció en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, en 1977, apareciendo en 1980, mismo año que se imprimieron los versos de ‘La cifra‘.

Al también colaborador de la revista ‘Martín Fierro‘ le causaba gran envidia no ser él el autor de ‘La Divina Comedia‘. Siendo un gran admirador de Dante lo tuvo como uno de sus autores de cabecera. «He fantaseado una obra mágica, una lámina que también fuera un microcosmo; el poema de Dante es esa lámina de ámbito universal». Sus artículos que hizo acerca del recorrido de Dante por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso fueron reunidos bajo el título de ‘Nueve ensayos dantescos‘ y se lanzaron en 1982.

En 1984 y 1985 se dieron a la luz, respectivamente, un libro de fotografías con textos en prosa sobre sus viajes, titulado, ‘Atlas‘ y un último volumen de versos, ‘Los conjurados‘.

Luego del fallecimiento de Borges, aparecieron ‘Textos cautivos‘, recopilación de colaboraciones para la revista ‘El Hogar‘ en 1986, y ‘Biblioteca personal. Prólogos‘, prefacio que Borges escribió para una colección de libros de tiraje masivo de la Hyspamérica Ediciones. Fueron setenta y cuatro libros de los que el consumado antiperonista dio su opinión, a través de una introducción.

Después de su fallecimiento, Emecé decidió dividirlo en 1989 en dos tomos, Volumen I (1923-1949) y Volumen II (1952-1972) y, poco después, en 1988, Emecé obsequió el tercer volumen de sus ‘Obras Completas‘ (1975-1985).

Finalmente, Emecé entregó el cuarto volumen de ‘Obras Completas (1975-1988)‘ y se extendió para un quinto con las Obras Completas en colaboración.

Las obras conservaron el orden cronológico de como se fueron publicando cada uno de los trabajos y preserva la selección de los textos tal como Borges lo hizo. Tanto la poesía como la prosa tienen las versiones corregidas de 1974.

Es interesante observar que el que también fuera presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, en vida, decidió dejar fuera sus tres producciones ensayísticas, ‘Inquisiciones‘, ‘El tamaño de mi esperanza‘ y ‘El idioma de los argentinos‘.

Las razones para tal decisión bien podrían ser entendidas si se lee su ‘Ensayo autobiográfico‘, donde escribió: «Nunca he dejado reimprimir tres de mis cuatro libros de ensayos, cuyos títulos es mejor olvidar. Y cuando, en 1953, mi editorial (Emecé) me propuso publicar mis ‘Obras Completas‘, la única razón por la que acepté fue porque me permitiría suprimir esos libros absurdos».

Tiempo después, ya fallecido Borges, María Kodama, su viuda y heredera, haciendo caso de la sugerencia de crítica y admiradores permitió la incorporación de estos textos.

Antes del arribo del año 2000, el mercado editorial presentó ‘Textos recobrados 1919-1929‘, editado en 1997 y ‘Borges en Sur 1931-1980‘, en 1999.

Quien también fuera ganador del Premio Nacional de Letras de Argentina al firmar el contrato para la edición de sus obras completas redactó un texto para presentarlas. En él se comparó con De Quincey, pues aseguró que el autor de ‘Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes‘ supo, antes de haber escrito una sola línea, que su destino sería literario. «Mi primer libro data de 1923: mis Obras Completas, ahora reúnen la labor de medio siglo. No sé qué mérito tendrán, pero me place comprobar la variedad de temas que abarcan(…) La prosa convive con el verso; acaso para la imaginación ambas son iguales. Felizmente, no nos debemos a una sola tradición; podemos aspirar a todas. Mis limitaciones personales y mi curiosidad dejan aquí su testimonio».

Para el 2009, Emecé reeditó una nueva edición monumental de sus Obras Completas, en esta ocasión en tres volúmenes, anotada y corregida, a cargo de Rolando Costa Picazo e Imaginación Zangara. Se incluye «el corpus fundamental» de la anterior edición publicada aún en vida de Borges.

En opinión de los editores, esta nueva edición podría resultar excesiva para un lector no tradicional, por los datos duros que contiene 

«La intención pedagógica de la obra aclara alusiones históricas o geográficas, a la vez que proporciona información básica sobre autores y libros analizados» por el escritor en sus ensayos, explicó la editorial. Las referencias a los textos, ordenados cronológicamente, «brindan información sobre su composición y publicación, además de los comentarios críticos e interpretativos que forman parte de la bibliografía sobre el autor, en constante aumento».

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