Excentricidades

Por Óscar Fernández

Los placeres raros son los que más nos deleitan

                                                                                       Epicteto De Frigia

La excentricidad es un fuera de serie, y está en los placeres que pocos pueden darse el gusto, a lo largo de estas líneas encontraremos, postres, comidas y algún que otro oficio del que no se escucha comúnmente. Definitivamente si hay otra vida, pero es más cara.

Empezando por los postres que suele ser al final de una buena comida. Los millonarios pueden matar ese gusanito por solo un millón de dólares, ese es el valor del Cupcake The Golden Phoenix, que se puede conseguir en una confitería de Dubái, y si te sirve la receta no es más que chocolate italiano, vainilla de Uganda, fresas orgánicas, polvo de oro comestible en una funda de 23 quilates del mismo metal preciado. Y si hablamos de exquisitez no podemos dejar pasar el Frozen Haute Chocolate, que está bañado en 5 gramos de oro y servido en una copa con incrustaciones de diamantes blancos, está compuesto por 28 clases de cacao, y con una cuchara de diamantes esperemos que del plato a la boca no se caiga la sopa, porque cuesta nada más y nada menos que 25 mil dólares y lo puedes encontrar en Serendipity en Nueva York.

Y si hablamos de no tener resaca puede funcionar el tequila Ley 925, su precio está por encima de los 3.5 millones de dólares, no hay manera de describirlo, aunque la publicidad habla de un sabor elegante y con personalidad. No podemos dejar pasar el licor de Chambord, la botella está hecha con oro de 18 quilates, forjada a mano, con perlas y diamantes, y en la vinata está costando 2.6 millones de dólares. El Coñac Henri IV Dudognon Heritage, debe su alto precio a que está envejecido 100 años, tanto así que se puede considerar como el ADN del Cognac, en botella de 24 quilates de oro y platino y para terminar con el trago lo haré con vodka, Russo-Baltique, que está a valor de 1.3 millones de dólares, , creado para atraer a la realeza rusa, su botella en oro fue diseñada para el diseño clásico de los autos Russo-Balt.

Y para los paladares extravagantes tenemos la comida perfecta, un cafecito de civeta, 205 dólares el kilogramo, originario de Indonesia, conocido también como Kopi Luwak, paradójicamente está elaborado con el excremento de la civeta. 

Un buen jamón es el ibérico de bellota albarragena, 350 dólares el kilogramo, extraído de los cerdos alimentados toda su vida por bellotas, con un cuidado único y certificado. En Japón la carne Kobe o entrecot de Wagyu, solo 100 dólares el kilogramo, extraídos de la raza bobina de Kobe, los wagyu, a dieta de cerveza y saque y reciben masajes para la suavidad de la carne.

¿Una tablita de quesos? No podía faltar el queso de leche de alce, 100 dólares el kilogramo, exclusivo de Moose House, una pequeña granja del norte de Suecia y solo se producen 600 libras de queso al año. Dejado atrás por el pule, que supera por mucho en precio 500 usd por kg, hecho con leche de burra y solo se elabora en Serbia.

Pero la excentricidad no solo se lleva en el estómago, también puede ir puesta; un ejemplo es el reloj Graff Diamonds Hallucination que cuesta 55 millones de dólares, es toda una alucinación. Este reloj tiene 110 quilates de los diamantes más raros del mundo. Ideal para sacar el brazo por la ventana de tu Ferrari 250 GTO que cuesta 70 millones de dólares, un auto así ganó el Tour de Francia, y solo hay 39 ejemplares.

Y para el buen dormir la cama flotante magnética, si tienes 1.6 millones de dólares olvídate de la torticolis y de las malas posturas que el árnica no cura, pues dormir mientras flotas en el aire supuestamente no es posible, pero una cama que levita si lo es. Esta cama puede soportar 900 kilos y flota 36 cm sobre el suelo.

Aquí está el paso a una mejor vida, que se soluciona con unos cuantos millones de dólares. Así que ya lo sabes, si te invitan a comer alguno de estos postres o te regalan alguna bebida la cosa va en serio, y aunque la excentricidad es cosa de algunos privilegiados los demás podemos aspirar a ahorrar toda una vida para poder aspirar a una de estas experiencias que se vuelven imposibles para la mayoría de la humanidad, como los viajes a la luna de Elon Musk.

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