Por Javier Gutiérrez Ruvalcaba
La Berliner Philarmoniker (Filarmónica de Berlín), considerada por muchos si no la más importante, sí una de las agrupaciones sinfónicas más trascendentales en la historiografía musical hoy cuenta con 128 músicos de nacionalidad variopinta, entre ellos 22 primeros violines, 20 segundos violines, 17 violas, 14 violonchelos, 11 contrabajos, 4 flautas, 5 oboes, 5 clarinetes, 5 fagots, 7 trompas, 5 trompetas, 5 trombones, 1 tuba, 2 timbales, 4 percusionistas y 1 arpa.
Esta legendaria orquesta tuvo sus primeros escarceos en 1882 y fue dirigida por un tacaño músico llamado Benjamim Bilse que ofrecía a sus dirigidos un enjuto salario y siempre pagando en los traslados los pasajes de menor precio. Pero un día, hartos de esos tratos decidieron ya no acudir a un concierto en Varsovia, en Polonia, lo abandonaron y formaron su propia orquesta que denominarían Orquesta Filarmónica Berlinesa.
Ya organizados recibieron apoyo monetario de un promotor de conciertos llamado Hermann Wolff quien también les consiguió lo que sería la primera sede de la orquesta, una antigua pista de patinaje, local donde no únicamente ensayaban, sino que también ofrecían sus conciertos. Wolff logró no sólo dónde se asentara la banda musical, también invitó a directores afamados de la época, para que los dirigieran en los conciertos de abono organizados por él.
Un colaborador muy cercano a Johannes Brahms, en la Orquesta de la Corte de Meningen, Hans von Bülow, fue el primer director fijo de la agrupación, entre 1887 y 1893, colocándola en el gusto del exigente público berlinés. Prosiguió como su dirigente Artur Nikisch, quien por veintisiete años estuvo al frente, a partir de 1895, inculcándoles la idea del virtuosismo que hoy por hoy impera en la Berliner Philarmoniker. Su repertorio consistió, principalmente, de obras de Tchaikovsky, Berlioz, Liszt, Strauss, Mahler y Bruckner, de este último es lo que más prevalecía y con lo que alcanzaron fama internacional, logrando que los más afamados solistas desearan ser invitados.
Tras la muerte de Nikisch en 1922, asume la dirección Wilhelm Furtwängler, continuando por el mismo camino que los condujo su antecesor. Su mandato se caracterizó en darle preponderancia a la música de los períodos clásico y romántico, teniendo como abanderados a Beethoven, Brahms y Bruckner. Pero no se quedó atado solo a esos genios, Furtwängler introdujo en su repertorio también obras de autores más modernos como Schönberg, Prokofiev y Stravinski. Su éxito cruzó fronteras, dándose las giras internacionales para convertirse en referentes mundiales.
La llegada al poder del nacionalsocialismo no solo afectó en lo general al arte y la cultura alemana, en particular la Berliner Philarmoniker vio mermada su calidad al verse expulsados un buen número de músicos por la política segregacionista y antijudía de las huestes hitlerianas. De 1933 a 1945, la agrupación fue instrumento de la cultura oficialista del Tercer Reich y quitarse esa etiqueta no les fue fácil.
Su reinvención comenzó el 26 de mayo de 1945, bajo la batuta de Leo Borchard, en un antiguo cine remodelado como sala de música. Infortunadamente, meses después moriría Borchard. Viéndose apresurados por encontrar nuevo guía, en lo que se recuperaba la credibilidad que habían perdido durante el gobierno nazi, la decisión recayó en un joven recién egresado de la universidad, el rumano Sergiu Celibidache, a quien no le pesó el encargo.
En 1947, es invitado Wilhelm Furtwängler como director huésped y ya para 1952, retoma la dirección artística, permaneciendo hasta 1954, año de su deceso. En ese año llega el hombre que le daría el mayor esplendor a la Filarmónica, Herbert von Karajan, músico que le confirió una disciplina casi perfecta y un virtuosismo nunca antes visto, convirtiéndola en la agrupación más solicitada en el extranjero y para los estudios de grabación. Su dirección fue más allá de la programación musical, pues organizó festivales y creó una academia, especializada en otorgar capacitación a jóvenes talentos para posteriormente integrarlos a las más prestigiosas orquestas.
En la era Karajan, también se realizó la construcción de la nueva sede de la Berliner Philarmoniker, a cargo del arquitecto Hans Scharoun. El 16 de julio de 1989 terminó una de las etapas de mayor esplendor de la Filarmónica con el fallecimiento del que sería el artista discográfico de música clásica con el mayor número de ventas de todos los tiempos.
Después, el reto de mantenerse en la cúspide recayó en manos de Claudio Abbado, un director con la personalidad ideal para enfrentar el desafío. Aunque no fue proclive a lo académico, sí sobresalió por enriquecer el espectro sonoro de la agrupación y el rejuvenecimiento de la misma. Discográficamente, aportó ciclos sinfónicos y grabaciones históricas, como la música coral de Brahms. Por problemas de salud decidió dejar la conducción y la dirección artística en manos de Sir Simon Rattle, a partir del 2002.
El que fuera director de la Orquesta Sinfónica de la ciudad de Birmingham, al igual que su antecesor ya conocía parte de la filosofía de la orquesta, pues la habían dirigido como invitados. Al nuevo director le tocó amalgamar el pasado y una innovación digna de la majestuosidad de la Berliner Philarmoniker.
Si bien, Abbado se despidió de sus dirigidos con tres grabaciones conteniendo sinfonías de Mahler, Rattle inauguró su ciclo también con obra del compositor más importante del romanticismo tardío como santo patrono. Sir Simon Rattle arribó como uno de los directores de mayor éxito de su generación y con ideas renovadoras, transformando a la agrupación en una Fundación de derecho público, a partir del primer día de enero de 2002, para otorgarle un respiro económico, ya que desde esa fecha el Deutsche Bank se convirtió en su patrocinador principal.
Con ello, llegó el Programa Educacional (Zukunft@BPhil), con el propósito de que la música fuese un aporte esencial humanitario. Gracias a este programa, la UNICEF entregó un importante encargo, tanto para el también pianista y percusionista como para la orquesta, ambos se convirtieron en Embajadores Internacionales. Otra de las aportaciones de Rattle fue la creación de la sala digital de conciertos (www.digitalconcerthall.com), con la cual los melómanos de todo el mundo pueden ver en vivo o mediante videos de archivo los conciertos de esta legendaria agrupación.
Actualmente la majestuosa orquesta tiene como batuta principal a un joven músico nacido en la antigua Unión Soviética, Kirill Petrenko, quien está escribiendo su historia, a partir del 25 de junio de 2015.
Desde el pasado 25 de agosto, la Berliner Philarmoniker o si prefiere nombrarla como se le conoce en español Filarmónica de Berlín, viene complaciendo a los diletantes con una nueva Temporada, que como ya comenté puede verse al instante qué sucede en el concierto si se suscriben a la plataforma Digital Concert Hall, fácil de instalar en cualquier aparato tecnológico inteligente que soporte la aplicación. Si por alguna razón no se pudieron conectar en vivo, la App ofrece repeticiones, no solo del más reciente concierto, sino también de temporadas anteriores con una calidad hasta de 4K. Su archivo digital abarca seis décadas con documentales, entrevistas y listas de reproducción exclusivas.
Para esta temporada podrán escuchar en Digital Concert Hall, solistas de la talla de la violinista Lisa Batiashvili o las pianistas Yuja Wang y Martha Argerich, así como el tenor Jonas Kaufmann. Los tres próximos conciertos de septiembre serán los sábados 16, 23 y 30. Para el 16 estará su director titular dirigiendo ‘Sodoma y Gomorra’, de Karl Amadeus Hartman; el 23 habrá un director invitado, Herbert Blomstedt, para dirigir la sinfonía número 3 en Mi bemol mayor, op. 55, la celebérrima ‘Heroica’, de un joven Beethoven; cerrando el mes, otro invitado estará batuta en mano dirigiendo la sinfonía número 4 en Do menor, op. 43 de Shostakóvich.