Por Javier Gutiérrez Ruvalcaba
Millones de niños en el mundo sueñan en llegar a ser futbolistas profesionales. Siendo adolescentes es cuando mayormente lo intentan, no importando la categoría en que se logre.
Sin embargo, poquísimos lo consiguen, y cuando ya debutan les espera el sortear decenas de situaciones para lograr el estrellato. Los padres son uno de los factores para lograr la culminación del sueño o de frustrarlo.
El bosnio Robert Peric-Komšic fue de los afortunados niños que tuvo un apoyo incondicional de su madre que lo llevaba y recogía de la academia donde Peric-Komšic dio sus primeras patadas al balón.
Sus guías le detectaron facultades y lo llevaron poco a poco, hasta consolidarse en un equipo de segunda división en Croacia, el HNK Cibalia Vinkovci.
En los primeros meses del 2022, obligadamente ha tenido que alejarse del deporte en el que su madre ha sido pilar indiscutible para practicarlo en alto nivel.
No es por una lesión seria ni por alguna indisciplina, sino por una cirugía para salvar la vida de su fan número uno, su mamá.
Tras verla deteriorarse por los rechazos de los trasplantes hepáticos, el futbolista dejó todo y se trasladó a Estambul para entregar, literalmente, parte de él para alejarla de la muerte.
En marzo de aquel 2022, el delantero tuvo que someterse a una cirugía de hígado, para donar casi la totalidad de su órgano a su progenitora.
Está en duda la continuidad de su carrera que tanto apoyó quien le dio la vida.
Dejando de lado cualquier egoísmo, el joven futbolista de 25 años ponderó la vida de ella y tal como él lo dijo: «Huyendo de alguna historia de heroísmo, hice lo que creía que haría cualquier persona que creció en una familia funcional. Mi madre me dio la vida y yo se la extendí, finalmente consiguió una nueva vida después de trece años de dura lucha».