El Bar Berta en Taxco sirve la bebida homónima creada por una mujer en la década de los 30´s, favorita entre los lugareños, imperdible para los visitantes
Por Cecilia Pineda
Famoso por su trabajo de extracción minera durante la época Virreinal, por la joya arquitectónica que representa la Catedral de Santa Prisca y hoy famoso por su trabajo en joyería de plata, Taxco representa un idilio para pasar un fin de semana recorriendo sus calles empedradas, los diversos sitios históricos y museísticos, además de hacerse de una pieza de plata para recordar.
Durante el Siglo XVIII se establecieron las formas de organización política de la Nueva España y con ella, el antiguo centro poblacional indígena de esta región que su ubicaba en la actual comunidad de Taxco el viejo, fue trasladada al cerro que ocupa el Taxco actual.
En el mismo siglo, Don José de la Borda, de origen francés y radicado en Taxco, mandó construir la Catedral de Santa Prisca como una forma de agradecer a Dios la fortuna que había logrado con la explotación de la plata.
Taxco fue constituido como municipio hasta el año 1850, cuando Guerrero se fue creado como entidad federativa y desde entonces se encumbra como uno de los centros turísticos más importantes de la región, siendo su actividad económica principal, la orfebrería en el metal que nace entre las rocosas minas de este rincón de Guerrero.
Para este momento mi lector ya debe estar sediento, pero no hay de que preocuparse, porque la variedad en Taxco para comer y beber es tan amplia como en cualquier pueblo mágico de México, basta recorrer sus calles y mercado para abrir el apetito y deleitar los sentidos del olfato, vista y gusto.
Ahí, en plena Plaza Borda, con el número 2, se mantiene en pie una de las antiguas cantinas del pueblo, fundada por la señora Berta Estrada, una mujer, que en 1930, pese a la sociedad aún muy conservadora en la provincia de México, cuando incluso faltaban 5 décadas antes de que las mujeres tuviesen permitido entrar a las cantinas y frente al edificio religioso más importante del lugar, convirtió su negocio en una leyenda.
Berta no solo servía cerveza y mezcal, sino que uso los destilados y su tiempo libre, como lugar para inventar, hizo uso del ingenio y la creatividad y así, mezclando un poco de tequila, jugo de naranja, agua mineral y limón, con un toque de miel de abeja, surgió “la berta” una bebida que solo se sirve en esta cantina.
El lugar es una oda a su trabajo, su legado y su tenacidad, en el piso de abajo encuentras mesas de las tradicionales de las cantinas del siglo XX, una gran barra iluminada, con estantes similares a los originales, le dan la bienvenida a los clientes, una escalera antigua te conduce al segundo piso y desde los balcones, tienes una vista privilegiada tanto a la Plaza Borda como a la catedral.
Berta Estrada supo hacer negocios y cuando el Bar Berta ya tenía renombre y popularidad y los años también pasaban facturas correspondientes a su edad, la empresaria taxqueña traspaso el negocio a su actual propietario, quien conserva la esencia de la cantina tradicional.
El lugar ha dado un giro, es todo menos prohibitivo, es un sitio donde todas y todos son bienvenidos, incluso es petfriendly y los niños también pueden entrar, la planta alta esta reservada para fumadores, la decoración se volvió kitsch y Bar Berta sigue siendo un lugar, favorito entre los lugareños e imperdible para los visitantes.