Por Óscar Fernández
Nunca dijo su edad hasta que cumplió 80 años, fue entonces cuando Víctor Alperi reconoció públicamente que había vivido su juventud rodeado de sus pasiones. El escritor asturiano fue un amante de la gastronomía, de la vida y del arte. Uno de sus textos más notables fue “La novela de un pintor” sus letras nos llevan por un mosaico literario lleno de colores donde evoca hechos históricos como el descubrimiento de América, es un collage trazado desde el punto de vista de un artista plástico, y nos lleva a descubrir que con cada pincelada da un vuelco en sucesos que no pasaron desapercibidos para la humanidad.
Víctor Alperi empieza la novela especulando sobre el valor de una obra, y nos deja en una reflexión entrando en la mente del artista, por muy difícil que sea confrontar ambas cosas, el arte se vuelve de valores abstractos en un mercado que fluctúa sin razón aparente, aunque los expertos sacaran el mejor provecho.
Otro libro dedicado al arte es “La tabla de Flandes” del escritor murciano Arturo Pérez-Reverte. Un cuadro flamenco del siglo XV donde dos personajes juegan una partida de ajedrez con una mujer que los observa con atención apoyada desde una ventana. Julia la restauradora de arte es la encargada de trabajar la obra del pintor Pieter Van Huys, pero la novela empieza a causa del descubrimiento de una inscripción que se lee “QUIS NECAVIT EQUITEM” que significa ¿Quién mató al caballero?
La intención de Perez-Reverte es darle una dinámica al cuadro empezando una partida de ajedrez al revés y de esa manera reconstruir los hechos de todo lo ocurrido. Por medio de las letras se lleva al lector más allá de la contemplación de una obra a darle vida a los personajes que fueron pintados en ella, esto es lo más parecido a darle movilidad a un cuadro y volverlo una novela colorida.
“Es frecuente que un libro nazca de una imagen”
No podría quedar excluida la novela de Oscar Wilde “El retrato de Dorian Gray” donde el protagonista encierra su alma en una pintura que absorbe todo lo que ese ser perverso lleva a cabo en su vida de excesos y vicios.
Lo más sorprendente de la novela de Oscar Wilde es que la pintura se vuelve el interlocutor en la obra y él puede dialogar con una versión de sí mismo en condiciones deplorables. También nos hace reflexionar sobre el deterioro del arte y las piezas que dejan de tener valor si no se tiene un tipo de cuidado por conservarlas.
El entretejido del escritor irlandés es siempre peculiar, la moral se echa un pulso contra la belleza, pero también lo efímero, pues la juventud sonríe sin motivo, es uno de sus mayores encantos.
“Los libros que el mundo llama inmorales son los libros que muestran al mundo su propia vergüenza”
En la novela podemos ver la obsesión por el poder y la belleza, y a fin de cuentas eso es lo que busca el arte plástica en los museos, ser admirada, bella, estar a la vanguardia. Oscar Wilde es quien más se ha acercado al alma de quienes con el pincel se han querido inmortalizar.
La lista es muy larga, pero la obra de Hannah Rothschild es una aventura fortuita para su protagonista. En la novela “La improbabilidad del amor” Annie McDee busca en una destartalada tienda de Londres un regalo, de entre las cosas una pintura llama su atención, la compra a muy bajo coste y ella sin saberlo estaba adquiriendo un cuadro perdido que la llevará al lado oscuro del arte, pues hay varios que harían cualquier cosa por poseer la obra, desde un oligarca ruso, hasta un subastador sin escrúpulos.
La obra la enfrenta a situaciones de las que le puede parecer imposible salir avante. Hannah en esta obra nos hace ver que las obras cambian su valor según quien las posea o el conocimiento previo que hay de ellas, vuelve el recurrente tema que nos hace formularnos la pregunta ¿Cuál es el valor del arte?