Escritores Suicidas

Por Óscar Fernández

“Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado”

                                                                     Napoleón  

Los escritores suicidas, aquellos que han decidido quitarse la vida después de escribirles textos inmortales a tantas generaciones. Será que… ¿Cargar con el peso de tantas vidas puede ser una condena a muerte? O tal vez dentro de las letras exista ese sentimiento triste y lleno de frustración que se marcha con algunos personajes que han sucumbido ante la vista del lector.

Algunos escritores se meten tanto en el papel que sufren, y aunque con la tinta se derramen las lágrimas, quedan secuelas.

Empezaremos por la grandiosa Virginia Woolf, escritora británica considerada una figura destacada del modernismo anglosajón del siglo XX. De narrativa revolucionaria, una pionera del feminismo, critica acérrima del patriarcado, se autodefinía como la hija de un hombre educado.

 “Si no dices la verdad sobre ti mismo, no puedes contarla sobre otras personas”

Virginia Woolf le dejó al mundo mucha literatura, el 1929 publicó “Una Habitación Propia” considerada como su obra magna, pero no menos importantes, “La señora Dalloway”, “Las Olas”, “La Casa Encantada” y muchas más. 

La escritora que inspiraba a otras mujeres libraba sus propias batallas internas, se rumorea que la psicosis maniaco-depresiva la llevó al suicidio, y como buena escritora lo hizo con creatividad; el 28 de marzo de 1941 Woolf salió de casa, se puso un abrigo y llenó los bolsillos con piedras para que fuera muy pesado, se acercó al rio Ouse y se visualizó en el fondo, se lanzó sin retorno, y no fue hasta el 18 de abril, 20 días más tarde que su cuerpo apareció flotando, ya desprendida de las piedras, el abrigo, y las batallas mentales, fue entonces que su esposo enterró sus restos incinerados bajo un árbol.

Otro desenlace fatal fue el del escritor americano Ernest Hemingway, parecía un hombre feliz, era un viajero, escribía de toros, culturas, bebidas, llevó su vida al límite, jamás se hubiese pensado que el escritor que puso de moda en el mundo las pamplonadas y los mojitos fuese a terminar así con su vida.

“Un hombre de carácter podrá ser derrotado, pero jamás destruido”

El escritor de “Por quién doblan las campanas”, “Adiós a las armas” o “El viejo y el mar” ganó el premio Nobel en 1954, lo había conseguido todo, pero… ¿Qué había en él para decidir quitarse la vida con un arma de fuego de doble cañón?

El suicidio fue espeluznante, los sesos del genio volaron por la habitación después de la detonación del cañón que le arrebató la vida por voluntad. Era hijo de un hombre que se había suicidado, odiaba a su madre y a menudo la culpaba de ese trágico suceso que le marcó la vida. La insultaba con las peores palabras, ese vínculo maternal estaba roto y él en el fondo también, y fue así como un 2 de julio de 1961 a las 7 de la mañana Hemingway se levantó de la cama donde dormía junto a su esposa Mary Welsh, y poco después apareció tumbado junto al mueble en donde guardaba las armas.

Fueron tantas mentes brillantes las que decidieron que su ciclo en este plano había llegado a su final. Para concluir mencionaré al grandioso Jack London, escritor americano que escribió novelas como “Colmillo Blanco” y “Llamado Salvaje”, la última fue llevada al cine en 2020 con la interpretación de Harrison Ford.  El escritor fue un nómada, marinero, pescador, contrabandista, pirata, buscador de oro, hasta que los excesos lo llevaron a ser una estrella literaria.

“Yo no vivo de lo que el mundo piensa de mí, sino de lo que yo pienso de mí mismo”

El escritor se suicidó con tan solo 40 años de una sobredosis de morfina y atropina, dejando ese maravilloso legado en sus libros que estaban llenos de paisajes a los que nos transportaban sus letras.

En las mentes más iluminadas también existen contradicciones, pues Virginia Woolf en su literatura instaba a las mujeres a ser libres y deshacerse de lastres, pero ella descendió al rio con los bolsillos cargados de peso y pesar. Ernest Hemingway le dice adiós a las armas en uno de sus textos más emblemáticos, pero con un arma se dice adiós a sí mismo, y Jack London, quien fue libre en su corta vida y nos mostró los parajes más increíbles, terminó sus ultimas horas inmovilizado, luchando por salir hacia su último viaje, tal vez hacia la oscuridad.

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