Almudena Grandes nació en Madrid y se volvió escritora por voluntad de su madre. Columnista habitual del periódico El Pais, escritora de lo erótico; fue llevada al cine por Bigas Luna.
Almudena hace que los personajes de sus libros salgan de la realidad de una dictadura aplastante que tornaba panoramas grises en aquella España presa y llena de prohibición. El erotismo que Almudena manejaba era una rebeldía al sistema, pero también hacía historias retorcidas, como en “Las Edades De Lulú”, donde la protagonista participa en todo tipo de aventuras sexuales que la llevan a descubrirse y descubrir a aquel que la llevó por ese escarpado camino. Sin embargo, “Te Llamaré Viernes” es una esperanzadora novela de difusos personajes, más opacos que sus circunstancias, que encuentran su punto de escape.
Ella fue Almudena, una mujer que marcó las letras en España y el mundo, hoy en homenaje a su obra la estación de Atocha toma su gran legado, llamándose “Almudena Grandes”, la terminal más emblemática e histórica debido al aforo de personas que la utilizan y al desafortunado atentado del 11 M en su natal Madrid.
Su literatura es liberadora, es luz en la regresión, es alegría y euforia en los panoramas turbios, es Almudena, Atocha y Madrid, un cruce de trenes y letras, un símbolo del Madrid al que le dedicó sus letras y hoy su ciudad natal le dedica cada viaje, a través de sus páginas que están en cada esquina de la capital española.
Una guerra interminable que no tiene cierres, pero que se daba tregua entre coyunturas, persiguiendo el destino de aquellos fondos que caen en manos de los descendientes de Franco. Y hoy, Atocha se convierte en el emblema de la resistencia de aquella dictadura que sus libros retrataron con desaprobación y sufrimiento.
Con algidez, entre 1939 y 1944, nos daba dignos matices de aquellos años que eran rojos como el amanecer de una España dispersa, sumergida en las tinieblas de la confusión. La extraordinaria mujer repartió esa carga a sus personajes, llenos de épica belleza y fingida desventura. Llegó al 2018 siendo el Premio Nacional de Narrativa y en su tintero dejó a la madre de Frankenstein, tal vez otras manos maltrechas creen a la madre del monstruo como sugiere la novela aparentemente póstuma. Con pedacería de letras cobrará vida en una chispa inanimada, en esta época no fructífera, pero sin duda más benevolente.
Cuando partió nos dejó con el corazón helado, ni el propio Doctor García lo pudo predecir. Era una buscadora de las huellas del pasado oscuro, recapitulaba flashazos de momentos lúcidos en un paisaje desmoronado, no menos desmoronado que nuestro entorno y hoy ni las protestas curan las viejas heridas.
En sus personajes rescata la lucidez de aquellos personajes exiliados en Francia, los hace liberarse del fascismo, pero jamás dejan de sentir su rigor, pues el yugo de una patria prisionera es muy pesado, y nos lleva por todas esas transiciones rompiendo varias capas de hielo. También están los horrendos y desvalidos personajes que se encuentran en un Madrid sin alma, habiendo crecido en medio de la desolación y la crueldad, aquellos desgraciados y poco agraciados que se hacen compañía, y encuentran el amor en medio de ese ambiente hostil, pues así te llamaré viernes. Aunque la complejidad de los sentimientos que nos trasmite se contraponen a un lienzo cargado y reprimido de eso que nos damos en pequeñas dosis.
Con “Las Edades de Lulú” nos lleva por una vereda llena de orgias, transexuales apelmazados por el paso de las experiencias, su profesor de la vida y de posiciones, hasta llegar a su hermano, que la deseaba con locura, como Franco deseaba que le vieran en misa. El profesor de universidad le abre las puertas a un mundo donde lejos de tener vuelta atrás, se impulsa para participar en tríos y otros actos que ante los ojos de la prohibición de la sociedad moralista pueden ser agresivos.
Nos ha hecho vivir la época de la movida con “Castillos de Cartón”, donde el suicidio de un pintor transporta a la protagonista a sus tiempos mozos y de amoríos, con triángulos y malas negociaciones en el amor.
Poniente y levante soplan con más fuerza que nunca, cuando uno escapa de su pasado, pues aún a cientos de kilómetros los aires difíciles no dejan de amargar el futuro con su brisa. En casi todas sus historias logra retar al lector a deshacerse de lo que lleva a cuestas para poder vivir nuevas experiencias, por eso Almudena Grandes, es única.