El episodio mental que enemistó a dos figuras de la Cultura en México
Por Javier Gutiérrez Ruvalcaba
Fui testigo presencial de una de las grandes polémicas culturales suscitadas en México, a finales del siglo pasado. Se generó en un homenaje rendido en noviembre del 2000 a la artista plástica Leonora Carrington, con motivo de su otorgamiento de la Orden del Imperio Británico, llevado a cabo en el Museo Rufino Tamayo.
Dentro del marco por tal distinción, al mismo tiempo, se organizó un Coloquio Internacional en su honor, y una de las invitaciones para disertar sobre la vida y obra de la también escritora inglesa, nacionalizada mexicana, correspondió a la crítica de arte y entonces directora del Museo de Arte Moderno, Teresa Del Conde.
Su ponencia se denominó «Abajo: Testimonio de un pasaje por la locura», en donde la doctora Del Conde hizo mención al texto ‘En Bas’, redactado por Carrington en 1940, recién salida de un hospital psiquiátrico (donde permaneció un año a causa de una severa crisis nerviosa por el confinamiento de su entonces pareja sentimental, Max Ernst, en campos de concentración franceses).
Desde que inició la participación de la también académica e historiadora del arte, ya se auguraba controversia, «Como dice Jean Shüster, a propósito de la edición de En Bas por Henri Parissot, ‘en diversas épocas y en tiempos distintos, la locura fue considerada inefable’. A propósito de esa ‘valoración’ podríamos recordar a William Blake, considerado como visionario más que como sujeto que padecía alucinaciones. A Blake se le aparecía Dios y Blake lo miraba tras una. ventana».
En esos precisos momentos, en la persona de la homenajeada dio inicio cierta incomodidad, pero el rostro enrojeció cuando la batuta, en aquellos días, del máximo recinto del arte moderno en México citó el siguiente párrafo: «En el relato sobre la crisis (neurosa), que fue escrito en francés a Jean Mengen, Leonora asevera que el cónsul británico y el doctor Prado de Madrid le diagnosticaron una locura incurable. Cuando recuperó los hilos cruzados lo primero que expresó fue el deseo de considerarse lúcida. Eso, comentó le permitiría poner o quitar a voluntad la máscara que sería su escudo contra la hostilidad del conformismo».
Mientras transcurrió la velada, Carrington se encolerizó más y más, hasta que Del Conde puso en niveles distintos los problemas emocionales de Van Gogh y de Carrington y mencionó «la conducta de Leonora no era de índole autodestructiva, pero bajo el influjo de la omnipotencia del pensamiento desarrollo el delirio que nos narra en En Bas. Sólo 3 años después y como método terapéutico, pudo referirse a su brote psicótico».
En ese preciso momento, la homenajeada no pudo soportar más y, junto con sus dos hijos, así como el ponente que estaba al lado de la lectora, Gabriel Weisz Carrington, abandonaron, intempestivamente, la sala. La sola mención de su episodio mental enemistó por siempre a dos de las figuras más emblemáticas del arte en México.