Anne Hathaway: ¿odiada o amada?, sin medias tintas
Por Javier Gutiérrez Ruvalcaba
Una de las actrices más odiada por el ala conservadora de Hollywood es Anne Hathaway.
Si de por sí fue de las primeras estrellas en poner en boga el modo «hater» en redes sociales, el “Hathahaters” revivió el pasado noviembre cuando la actriz de The Devil Wears Prada (El diablo viste a la moda) en una entrevista televisiva afirmó que el aborto es un acto de «misericordia».
Es preciso retroceder unos años, para entender mejor como nació esa inconmensurable detracción.
Al día siguiente que Hathaway recibió el Globo de Oro por su participación en Los Miserables invitó a su residencia a varias amigas para comentar sobre su hartazgo de los rumores de un probable embarazo y preparar un sketch de humor para el sitio Funny or Die, donde invitaría a su colega Jennifer Aniston, para que comentaran cómo llevaba ya varios años en periodo de gestación.
Para informarse mejor acudió a la web para teclear en qué lugares y desde cuándo surgieron esos infundios, cuando, para su sorpresa, se encontró con una búsqueda que la dejó perpleja, «¿Por qué todo mundo odia a Anne Hathaway?».
De golpe se dio por enterada que no era la bienamada que sus colaboradores le hacían creer.
Encontró que para muchos era una antipática y que también había nacido un movimiento en redes sociales denominado «Hathahaters».
Todos ellos señalaban que caía mal por estar siempre desesperada por caer bien y que era una ambiciosa de primera sin escrúpulos.
Una de sus tantas «acciones desagradables» para sus detractores había sido precisamente la noche anterior que obtuvo el galardón.
No dejaron pasar como atropelladamente se apoderó de inmediato del micrófono para dar su discurso de agradecimiento y no hacer mención de su manager que estuvo siempre al pendiente de ella y había enfermado gravemente.
Con ello se confirmó como la primera famosa en ingresar en el club del rechazo en el universo de las redes sociales.
En ese momento leyó las críticas feroces de los principales medios que cubrían el mundo del espectáculo.
«Así de irritante será Anne Hathaway en los Oscar»; «Descansa Gwyneth, ahora todo el mundo detesta a Hathaway»; «Siempre parece estar actuando y su papel preferido es el de la amabilidad y humildad exagerada» y así varios más por el estilo.
En su edición española de febrero del 2021, la revista Vanity Fair en su artículo denominado «Los ‘Hathahaters’: Cuando Anne Hathaway descubrió que el mundo la odiaba» retomó el asunto para explicar el tipo de «comportamiento odioso» estilo Hathaway y porqué el rechazo a famosos en época de las nuevas tecnologías.
Juan Sanguino autor del artículo mencionó que la cultura de la celebridad permite a cualquiera en el anonimato llevar hacia los famosos todas sus frustraciones y deseos, aparentemente, sin consecuencias y siendo la propia Hathaway la típica chica que siempre, a toda costa, intenta sobresalir, que para todo sonríe y está en busca perenne del éxito por lo que es blanco fácil de estos.
Citó al New Yorker quien aludió a Anne como la idónea en recibir el «castigo» de los haters, ya que ella siempre se ha comportado como «una niña ansiosa de atención y no como las típicas estrellas pasivas y a la defensiva con una sonrisa sin dientes”.
«Anne posa con sus largos brazos rectos, mira directamente a la cámara y su sonrisa, que ocupa la mitad de su cara, tiene dientes. Es una actitud de excitación abierta y sin restricciones, como la niña de 9 años a punto de comerse un pastel.»
Como la dos veces nominada a los Oscar y una vez ganado ha logrado poseer un aspecto luminoso, muchos desean eliminárselo a como dé lugar.
Asimismo, rememoró que durante las seis semanas que siguieron de los Globos de Oro al Oscar, ella no dejó de aparecer en todo evento promocional y cosechó premio tras premio. Obviamente ya se sabía odiada y sus discursos aprendidos de memoria, sus falsas sorpresas al recibir galardones y sus actitudes desvergonzadas en cada entrevista irritaban más y más a sus difamadores.
Por si ello fuera poco, la vestimenta que había elegido para la ceremonia de la Academia no pudo portarla, ya que se enteró que su elección ya había caído en manos de colegas, y como se sabe, las divas odian verse reflejadas en vestuario idéntico en alguna otra actriz.
Así lo recordaba: «A veinticuatro horas de la gala no tenía vestido, algo que normalmente ni me importaría, pero necesitaba uno porque todo el mundo me odiaba».
Sin embargo, su alternativa no fue la idónea, el vestido por el que optó creó una ilusión óptica desfavorable, sus pechos aparentaban unos pezones erguidos y de inmediato todos quienes esperaban un tropezón montaron en júbilo.
Desde la prensa hasta el que no se había montado en el «hathahaterismo» la humillaron.
Nadie la felicitó y los directores la rechazaron por «corriente» un buen rato.
Sus publirrelacionistas no encontraron la manera de revertir el odio.
La edición estadounidense de Vanity Fair de septiembre de 2016 la entrevistó y ella intentó mostrarse muy humilde y manifestó que ganar el Oscar no la satisfizo.
«Es una felicidad complicada, me sentía rara al estar ahí plantada con un vestido que costaba más de lo que mucha gente va a ganar en toda su vida. Me sentía mal por haber ganado ese premio representando un dolor que aún forma parte de nuestra experiencia colectiva como seres humanos. No tuve el valor de decir ‘no me siento cómoda con esto’. Intenté fingir que era feliz y la gente se dio cuenta».
Por años, estuvo esquivando la antipatía de regular forma, hasta que a finales del año pasado, tras ser invitada para la transmisión del último capítulo del programa The View, en sus redes sociales los Hathahaters estallaron nuevamente, acusándola de «repugnante» por manifestarse a favor del aborto.
Observó que en los Estados Unidos no se habla lo suficiente del tema y criticó la anulación en varios estados el derecho a no concebir y sentenció: «No es una conversación moral sobre el aborto, es una conversación práctica sobre los derechos de la mujer y los derechos humanos porque los derechos de la mujer son derechos».
Todo indica que tendremos ‘Hathahaters’ para rato.