Vivimos en la época de mayor acceso a la información, somos la generación más informada en la historia de la humanidad. Literalmente, tenemos en la palma de nuestra mano acceso voluntario o involuntario a todo tipo de contenidos a través de los medios digitales.
Hace algunos años, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, dijo: «El conocimiento es poder. La información es liberadora”, pero ¿qué tiene de verdad esta máxima?
Como usted ya sabe, podemos buscar cualquier contenido de nuestro interés en la web, lo que puede ser beneficioso para investigar, salir de dudas o mantenernos al día, sin embargo, en este andar, no todo es color de rosa.
Con el acceso a miles de medios de comunicación, la sociedad ahora enfrenta diversos problemas, entre ellos, la “desinformación” y la “sobreinformación”; el primero provocado por un exceso de noticias falsas, las famosas “fake news”, que difunden datos sin tener una fuente confiable, información segregada o mal interpretada y que algunas personas toman como cierta, la creen e incluso la difunden y basan sus decisiones diarias en ella únicamente por haberla visto en internet.
El segundo problema, la sobreinformación, es justamente el exceso de datos, opiniones y teorías que acumulamos, los cuales, si los procesamos de manera adecuada, pueden ayudarnos a tomar decisiones correctas para nuestra causa, sin embargo, también pueden generarnos ansiedad y otros malestares.
Por ejemplo, al abrir cualquiera de nuestras redes sociales, de manera inmediata nos expondremos a noticias (guerras, robos, asaltos, todo lo malo de la sociedad), publicidad (demasiada), videos, publicaciones de personas conocidas y desconocidas, mensajes de texto y desafortunadamente también a discusiones de temas polémicos; basta con darse una vuelta por Twitter para ver que es el lugar preferido para que desconocidos peleen, de manera digital, es para mí “el depósito del hate en el mundo”.
Toda esta cantidad de información la tenemos que procesar en cuestión de minutos e incluso en segundos y, lo que es peor, con los servicios de mensajería instantánea, las personas que nos buscan suponen que estamos disponibles a toda hora, entonces la información en exceso no es muy liberadora que digamos.
¿En qué momento nos damos un tiempo para pensar con calma, relajarnos y reavivar las cosas que nos hacen realmente felices?
En la psicología moderna se ha utilizado de manera reciente el término “Dieta Hipoinformativa”, que es básicamente un ejercicio para mantenernos menos informados de cosas que no nos brindan calidad de vida y que alteran nuestro sentido de la realidad.
El consumo de noticias duras de programas informativos que retratan lo peor y más feo de la sociedad, las crisis, los conflictos y las polémicas, con el tiempo pueden llegar a afectar nuestra tranquilidad, elevar nuestros niveles de estrés y sobre todo, hacernos pensar que todo está mal. No me mal entienda, esto no significa que debe mantenerse lejos del conocimiento de lo que sucede en la sociedad ni en la ignorancia, no, significa que reducir el consumo de este tipo de información nos permite tener acceso a más tiempo de calidad y reducirá nuestros niveles de ansiedad, dando más espacio para las cosas buenas de la vida.
Le invito a hacer su propia Dieta Hipoinformativa, créame, vale la pena, se lo digo desde la voz de la experiencia, además, es muy sencillo, basta con reducir progresivamente el tiempo que pasa en las redes sociales y viendo televisión, pero, sobre todo, el éxito en esta dieta radica en ser muy selectivo con las cuentas que sigue en redes sociales, los programas de televisión que mira, las revistas que lee y los contenidos que consume.
Bríndese a usted el tiempo necesario para hacer esa depuración y medite más en las cuentas, personajes y medios que le pueden brindar contenido de su agrado y de las cosas que realmente le apasionan o disfruta, se vale mucha música, arte, estilo de vida, viajes, comida y todo aquello que nos lleve a disminuir los niveles de ansiedad y estrés, que nos saque de la depresión o de una sensación de desesperanza.
Inténtelo y me platica sus resultados.
“Ya no estamos en la era de la información. Estamos en la era de la gestión de la información”. Chris Hardwick.