Hace ya unos años yo cumplía el clásico cliché de los pequeños que leen cómics, un niño muy tímido y gordito, sobra decir que no tenía muchos amigos; la verdad es que no tenía. Mi refugio eran los cómics, que en ese tiempo los llamaba “cuentos” de entre ellos, mi favorito era Superman. Era tal mi fascinación por Super, que mi mamá me confeccionó una capita de satín rojo y consiguió el emblema de la capa (que es de color amarillo completamente). Después de la escuela, iba, literalmente, a todos lados con ella, nunca me la quitaba, hasta antes de dormir, pues mi mamá tenía miedo que me ahorcara con ella. Tan no me la quitaba en ningún momento, que cuando me iba a cortar el cabello, me la dejaba puesta a pesar de que los pelitos del corte se quedaran dándome comezón en el cuello toda la tarde. Por esto, mi peluquero siempre me decía “super Fer”, por muchos, de verdad muchos años, ese fue mi apodo.
Cuando tenía cinco años, mis papás me llevaron a ver la película de Superman. Sobra decir que fue un parteaguas en mi vida. Después de ver al excelso Christopher Reeve en pantalla, no solamente creía que un hombre podía volar, creía en Superman realmente, para mí era tan real como cualquier persona que viera en la televisión.
Además de sus superpoderes, lo que más me encanta del buen Kal (pues su nombre en kryptoniano es Kal EL ) es que encarna la idea de que cualquiera puede ser un héroe si se tiene el coraje y la determinación de hacer lo correcto. Pero tal vez el mensaje más importante de Superman es que todos creamos que tenemos algo especial dentro de nosotros, algo súper.
Al igual que Superman, todos tenemos talentos y habilidades únicas que nos hacen quienes somos. Estos talentos pueden no ser tan llamativos como volar o levantar autos, pero no son menos importantes. Es la creencia en nosotros mismos y nuestras habilidades lo que puede marcar la diferencia en nuestras vidas.
En mi “identidad secreta” de adulto de verdad, trabajo de manera profesional con historias. Las historias son fundamentales en nuestro día a día, y la más importante es la que nos contamos a nosotros mismos. Todos tenemos una narrativa propia sobre quiénes somos y de qué somos capaces. Esta historia puede ser empoderadora o limitante, dependiendo de lo que elijamos creer. Si creemos que somos capaces de grandes cosas, es más probable que tomemos riesgos y persigamos nuestros sueños. Por otro lado, si creemos que no somos lo suficientemente buenos o capaces, es más probable que nos detengamos y perdamos oportunidades.
La historia de Superman me encanta pues en realidad él es Clark Kent, un tímido reportero, una persona normal, pero dentro de él, tiene un poder súper que solamente él y las personas cercanas conocen. El verdadero mensaje de Superman no se trata sólo de tener superpoderes, sino de tener el coraje de creer en uno mismo y en sus habilidades. Todos tenemos algo especial dentro de nosotros, y depende de nosotros cultivarlo y usarlo para marcar la diferencia en el mundo.