Por Óscar Fernández
“La fiesta nacional tiene mucho color: el rojo de la sangre es el más auténtico”
Manuel Vicent
Como en todos los días de corrida juan Gallardo almorzó temprano un pedazo de carne asada, fue su único plato, vino ni probarlo, había que mantenerse sereno. Vestido como señorito, de ojos negros, se erguía soberbio ante las miradas de quienes le reconocían, era el matador quien con bocanadas de humo ponía sus codos sobre la mesa, como aquel que espera la ultima hora, esa en la que el toro y el torero se encuentran en la plaza, y de allí solo uno saldrá vivo.

La novela de Vicente Blasco Ibáñez de nombre “Sangre y Arena” nos cuenta la historia de un torero llamado Juan Gallardo, en los registros nos encontramos con un torero producto de la invención de la mente del escritor, le bautiza como Gallardo por la gallardía, pues un joven que está más seguro de quien es y de lo que es capaz mucho antes de llegar a la cima. Tras la muerte de su amigo Chiripa, de la que algunos le culpan por inducirlo para que le acompañase a una corrida, Juan Gallardo toma por esposa a la hermana y poco a poco se ve el ascenso de este joven extraído de la clase humilde de Sevilla.
El éxito del Gallardo retratado en la novela “Sangre y Arena” es la manera en que aquel joven no se rinde ante ningún impedimento, persigue sus sueños con la imprudencia y el arrebato de sus pocos años, se planta con el maestro y el apoderado pidiendo una oportunidad que lo vuelve la figura número uno del toreo en España. La perdición llega con la meta, pues el arrogante torero se enamora de una dama de la realeza con quién termina acostándose, en el libro hay mucho erotismo, el trabajo de Blasco nos lleva a sentir las pasiones de su protagonista, así como sus tropiezos.
Juan Gallardo pierde la cabeza por ella, la disciplina, incluso se vuelve un alcohólico que salía a torear en estado de ebriedad provocando el abucheo de la multitud. Lo inevitable ocurrió, pues en una corrida Gallardo dejó la vida entre los pitones del toro, al tiempo que vio a su mujer presenciarlo todo desde las gradas, pues fue la última corrida que le brindó, mientas su amante coqueteaba con aquel que salió a hombros en Madrid la tarde que él murió.
La novela de Vicente Blasco fue publicada en 1908 y hubo varias películas del mismo nombre y argumento, basadas en la obra del escritor valenciano, la primera adaptación vino en 1916, después en 1922, otra en 1941 y la última donde aparece una joven Sharon Stone se rodó en 1989.

Juan Gallardo está completamente inspirado en la vida del torero sevillano Manuel García Cuesta, de mote El Espartero, quien dejó la vida en 1894 en la plaza de toros de Madrid con tan solo 29 años.
El apodo procede de la actividad profesional de su padre, quien poseía una espartería en la Plaza de la Alfalfa de Sevilla. Tomó la alternativa en 1885, convirtiéndose en uno de los toreros más populares de su tiempo. Tenía fama de generoso, pues al venir de la humildad se dedicó a hacer grandes donaciones, su bolsillo se vaciaba con la facilidad que se llenaba, era célebre por sus frases, un de las más famosas: “Mas cornadas da el hambre”.

Varios escritores se sirvieron de su vida para novelarlo, el ya mencionado Vicente Blasco y el periodista Fernando Martínez, quien en su libro “La tarde más larga” publicado en 2006 retrata la vida del diestro desde otra perspectiva más contemporánea. Sin dejar de lado a Fernando Villalón, que dedicó un poema al torero.
Nació en 1865 y murió en 1894 y a más de un siglo de su existencia se le sigue recordando, pues pocos dejan la huella y el alma en el ruedo.
“El toreo es el único arte que juega con la muerte”
Henry De Montherlant