Por Óscar Fernández
“El amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra.”
Patricio Pron
Antes a los hombres nos temblaba la mano para llamar a nuestras novias, digitábamos muchos de nosotros con las manos sudorosas los números de la casa donde nuestro amor habitaba y soñábamos con que detrás del auricular se escuchara la armoniosa voz de aquella mujer a la que deseábamos en sueños decirnos – Hola, ¿quién habla?

Entonces nosotros podríamos contestar ya con los nervios más estables – Soy yo amor, te había extrañado tanto que decidí llamarte. Pero, no todos teníamos esa suerte, pues antes no había los teléfonos móviles y nuestros suegros o cuñados podían hacernos un desplante diciéndonos cualquier tipo de cosas negándonos la comunicación con aquella mujer argumentando que había ido a la tienda, que se sentía mal o en el peor de los casos que no era grato que siguiéramos molestando.
Al día siguiente y después del mal trago, en el colegio o en la fiesta encontrábamos a nuestra novia que nos reclamaba el olvido, el por qué les habíamos dejado de llamar y de allí se desprendían dos escenarios, que nos creyeran dándonos el beneficio de la duda, o que nos dijeran – Mi madre sería incapaz de negarme la llamada.
De cualquier modo, la manera de ligar en el pasado era diferente, conocíamos a las chicas en persona, nos acercábamos a ellas en los bares, en las cafeterías, en el colegio, sufríamos el rechazo en el momento o la aceptación, con infinidad de testigos que iban pasando en el momento indicado para atestiguar nuestros triunfos y fracasos.

Patricio Pron en su novela “Mañana tendremos otros nombres” nos habla de cómo la tecnología nos ha cambiado la vida, hoy con el teléfono celular se puede compartir todo tipo de intimidad, ya no hace falta llamar a un teléfono comunitario, ni yéndonos más al pasado, esperar una anhelada carta que podía tardar semanas.
Con el dispositivo en el que todos están día y noche con la mirada clavada se puede llegar a una persona con mucha facilidad, nos acercamos a las personas lejanas y nos alejamos de las cercanas. Pron en su libro nos habla de la famosa red social Tinder, de como un algoritmo puede seleccionar una pareja para nosotros, alguien que jamás hemos visto, también asegura que por cada match que se logra hay 85 rechazos en promedio.
Las formas han cambiado, en la novela del escritor argentino una pareja de quienes no menciona el nombre los llama el hombre y la mujer, tienen sus diferencias como todas las parejas, y tras una relación de 5 años deciden separase, al quedar solos, en plena soltería se encuentran con un mundo nuevo, diferente, donde se liga de nuevas maneras.
El escritor al principio de su obra hace una analogía con la ruptura del pasado, todo empieza con una persona que está rompiendo libros en mitades, rompe el papel y da paso a los libros electrónicos que son irrompibles, una novela entre lo que fue y lo que es, y pues si mañana tendremos otros nombres no sabremos lo que nos depara el futuro.
En las redes podemos ser otras personas, más seductoras, más coquetas, más libres, lo virtual mitiga la timidez y oculta los verdaderos rasgos de la persona, y aunque hay parejas que de lo virtual han podido superar los retos de la realidad, también hay muchos casos fallidos.
Con esta novela Patricio Pron ganó el premio alfaguara 2019, y el mismo dice que no sabe cómo puede llegar a envejecer su trabajo, pues los cambios en los últimos años han sido más acelerados que en otras épocas, es un momento histórico en que la gente se relaciona menos, ya no importa tanto tomar el café como abrir el Tinder, ligar por mensaje y dedicar un video de YouTube en vez de llevar flores.
“Una y otra vez veía a personas tratando de concebir nuevas maneras de interacción amorosa, ratificando -en los hechos- la presunción de la idea del amor romántico no se ajustaba a la realidad de su plasmación, y que era ese desajuste entre las expectativas y la realidad lo que hacía a las personas escribir novelas de amor y canciones”