Estoy convencida de que quien decide por no tener hijos se equivoca.
Tener a Paloma es, sin lugar a dudas el suceso más importante de mi vida. De todo lo que he logrado hacer, poder parirla sin filtro es la experiencia más transformadora y significativa que he vivido. Me siento orgullosa de haberlo logrado en el proceso más natural posible, alimentarla de mi pecho y entregarme al caos de atender al 100% a un nuevo ser, que desde su primer instante de vida me enseña sobre lo trascendental.
Como socióloga y curadora había analizado el fenómeno de la maternidad desde la objetividad, del que no sabe de lo que habla, es decir, había visto los toros desde la barrera.
La experiencia es distinta a lo que imaginé. Con ello puedo confirmar que cada vida es única y que la maternidad nos atraviesa de acuerdo al contexto, situación de pareja, linaje e incluso condicion física y de salud.
No es, un arrojo, para nada fácil. Te confronta con todo aquello secreto y no sanado. Con tu relación con tu madre. Con tus expectativas de familia. Tus necesidades afectivas y tus posibilidades de paciencia y ternura. Y es efectivamente un arrojo. Un atrevimiento, una salvajada ¡vamos!. Solo el que se aventura sin censura puede pasar por el tránsito de sangre, lágrimas, miedo y pérdida que implica llegar hasta el momento de tener en brazos un costalito caliente, que te mira y sonríe con la más grande incondicionalidad y ternura.
No: no es fácil. Y pido disculpas públicas a mis amigas, colaboradoras y conocidas por no haber sido más empática en sus maternidades. Haber juzgado el desorden de quien no logra acomodar su casa, ni bañarse, ni arreglarse y llega en pijama a la puerta del colegio de sus hijos. A las que se sacaban los senos para alimentarlos en misa o en una cena con señores, a las que siempre llegaban tarde a la oficina porque no llegaba el transporte escolar y a las que no volvieron a trabajar. A todas las que juzgue sin saber nada: ¡Perdón!
No sabía lo que decía. Sin duda el ser madre es un desafío. Deja expuesto nuestras capacidades y posibilidades. Nuestra ignorancia y destroza la soberbia y la vanidad.
Tal vez por eso existe una cofradía de mujeres mamás que se aproximan a ti cuando más las necesitas. Desconocía su existencia y han sido de gran ayuda aquellas que, sin importar lo lejos que estén, o lo desconocidas que seamos me han abierto su corazón para contarme su experiencia y me han arropado en una comunidad que se parece más a una logia.
Las que comparten sus compras útiles, sus sentimientos contradictorios, sus experiencias nocturnas y lo que sí les ha funcionado. Mujeres que hace años no veía y que se han tomado el tiempo de hacerme una llamada para preguntar ¿cómo estás? O las que se desprendieron de sus cositas que habían guardado de recuerdo, para que las use Paloma, y yo que soy fan de lo “pre-loved”, no saben lo que he disfrutado vestirla de chambritas que tejió una abuela para sus nietas, que hoy tienen ya 15 años.
Mi comadre que vino a bañar a la niña conmigo cuando moría de miedo de que se me desmoronara en las manos y llora conmigo cuando le cuento mis angustias, que se ven más gordas bajo efecto de las hormonas. Las llamadas de Toronto, Florencia, Madrid: “no te olvides de ti”, “usa el Medela”, “el primer mes es durísimo”, “podrás viajar”, y “la lactancia es difícil pero vale la pena”. Todas sus palabras me han guiado por un camino desconocido para mi y el viaje más mágico que he emprendido. ¡Gracias a todas ustedes!
Ahora pertenezco al círculo. Seguro haré nuevas amigas y trato de contar mi experiencia y lo que me sirve en las redes sociales. Creo que esta cofradía hoy por hoy es más respetuosa y amorosa. Ha sido largo el camino pero lo estamos logrando.
Cuando se tiene un hijo, no se tiene un hijo, se te encomienda un alma para guiarla y enseñarle a ser feliz. Con esta hermosa responsabilidad se redimensiona todo y entra la consciencia de la justa medida. Se valora la propia existencia, pues Paloma necesita a su madre bien y cuando estoy frágil me vuelvo a levantar y casi con las fuerzas de superwoman .
Si hubo quien me despidiera de un trabajo embarazada y quien quisiera ocupar mi lugar en mi ausencia de cuarentena, pero fuera de eso, la cofradía me ha arropado y las oportunidades en mi mundo esperaron por mi.
El amor, ay el amor, en mi niña veo a mi amado y lo amo más cada día conforme crece el amor por nuestra hija. Se vincula de una manera poderosa e indivisible. Se perdona desde el fondo del alma y se sigue adelante con otro color de ilusión.
Digamos que con la maternidad la vida se multiplica. Las fuerzas afloran y la divinidad se manifiesta.
Hermanas: no se lo pierdan