Tótem es una palabra de origen indio americano que nos significa un objeto de la naturaleza generalmente un animal, que en la mitología de algunas tribus salvajes se toma como emblema protector ya sea de la tribu y o de un individuo, y a veces como ascendiente o progenitor.
Para nuestra cultura mexicana, donde de acuerdo a la descripción que de un tótem tenemos, nos dice la tradición que: lo traemos y llevamos dentro, en lo que denominamos como nahual. El nahual es ese maravilloso animal que habita en nuestro ser, que verdaderamente nos invade desde nuestra infancia y que nos lleva por una serie interesante de estados de humor, de diferentes personalidades, de extrañas actuaciones e incluso, se aparece hasta en ese traicionero ”gallo” que nos aflora al cantar haciéndonos pasar una gran vergüenza.
Las tribus con religión anímica nos llevan a pensar en cómo la simbolización de un animal puede, al ser representada en un objeto, ser compenetrada por el alma del mismo y convertirse por ello en un objeto sagrado, en un objeto venerado por la comunidad. Así, podríamos decir que los tótems son el alma de un pueblo, el símbolo de su estirpe y posiblemente hasta la representación de su bravura, de la mano de su respeto a los poderes mágicos y divinos, y la búsqueda auspiciadora de protección, abrigo y supervivencia.
Últimamente aparece la palabra tótem constantemente en las revistas de arte y decoración, debido en parte al auge del arte tribal
Lo comprueba su presencia en las grandes salas de todos los museos del mundo, como el caso del nuevo museo de arte etnográfico le musée du quai Branly en París donde exhibieron piezas importantes de los batak de Borneo, de cuyo arte expongo en mi galería varias piezas maravillosas. A la par, también aparece como simbólica decoración dentro de los estilos minimalistas, tan en boga en los últimos años.
La presencia del arte tribal en los movimientos artísticos de la modernidad es latente. El Museum of Modern Art de Nueva York dedicó hace algunos años una exposición al arte primitivo africano como una fuente y definitiva influencia en el cubismo en general, e indiscutiblemente en la genial creación de Picasso, en la que las máscaras y figuras africana influyeron al maestro al pintar cuadros cubistas cuya explicación sería imposible si no hubiéramos visto su fuente de inspiración.
Así, esta búsqueda que un anticuario debe tener como una constante, como una renovación de su interés y conocimiento de lo que sucede o sucederá en las tendencias artísticas y decorativas, me llevó a buscar piezas sui generis, anticipándome al momento y al gusto. Busqué el poder llegar a una zona restringida de la India, precisamente entre Myanmar, Antigua Birmania, China y Nepal. En esta zona totalmente apartada donde existe una tribu denominada Naga, que en hindi significa “desnudo”, y que son pueblos en un alto estado primitivo, pero que han fabricado un maravilloso arte tribal de una calidad muy refinada y actual.
Estos pueblos o grupos tribales son guerreros que se han perdido en el tiempo y en el espacio como muchos otros en la cordillera del Himalaya. Un caso conocido son los guerreros del reino de Mustang, sin embargo los Naga han mantenido un espíritu verdaderamente primitivo, muy peculiar. Hombres tatuados con pocos ropajes a pesar del terrible frío existente en la zona, viviendo en comunidades netamente guerreras dedicadas a la agricultura, principalmente a la siembra de arroz y algodón. Con un lenguaje tonal perteneciente al grupo Sino-Tibetano-Birmano, con el que han podido, a través de cánticos en los rituales y celebraciones, conservar su cultura y tradición.
Sus casas son hechas con las ricas maderas de esa fría y tupida selva, con techos de paja y grafito rodeadas de maravillosos bambúes, construidas siempre con prisa para que a la primera oportunidad se puedan mudar los futuros habitantes, y evitar con ello la llegada de malos espíritus. Como el pueblo netamente guerrero que son, el ritual sobre la casa debe ser pelear contra los malos espíritus que intentan tomar posesión de las casas, incluso de las que aún se encuentran en construcción.
Dentro de cada casa existe un fuego constante, ya que el clima así lo reclama, es por esto que los graneros se encuentran fuera, para evitar que un fuego accidental llegue a quemar los laboriosamente logrados alimentos. Los graneros, con unas puertas de sencilla belleza, maravillosas y fuertes, custodian la cosecha.
Los jóvenes viven en unos dormitorios comunes hasta entrada la pubertad, tiempo en el que deben de demostrar su virilidad saliendo de noche a cazar tigres u otros fieros animales que deberán sacrificar, con la idea de que al hacerlo, su espíritu y bravura pasarán al alma del cazador.
Desde la entrada del cristianismo llevado por los colonizadores ingleses, ha desaparecido, casi por completo, la tradición de que los jóvenes, al llegar a esta edad, se maten entre ellos y coleccionen las cabezas de sus oponentes como un trofeo a su destreza. También ha ido desapareciendo la práctica de conservar a los ancestros en sal y, en determinadas ocasiones, fumárselos.
Así, en toda casa importante habrá uno o varios paneles en forma de tótems, los cuales tendrán la cabeza de los animales que fueron sacrificados (generalmente bisontes) para las festividades que se conmemoran al tallar los tótems.
Así, tanto la fuerza de tan potentes animales, como la de los aguerridos guerreros derrotados, estarán significados como un amuleto que guiará tanto a la tribu como al dueño de la casa donde este totem será erigido, para dar energía, fertilidad y fuerza a quien lo posea.