Whitney Houston es una de las cantantes más importantes de los últimos 30 años. No es casualidad que recientemente la revista Rolling Stone la colocara en el segundo lugar en la lista de “los 200 mejores cantantes de la historia”. Sólo es superada por la que casualmente era su madrina, Aretha Franklin.
A pesar de que hemos visto un par de documentales sobre la vida de la cantante. Desde el fallecimiento de Whitney el 11 de febrero de 2012. Solamente era cuestión de tiempo para que viéramos una película biográfica.
La directora y actriz Kasi Lemmons se dio a la tarea de traer a la pantalla la biopic de Houston. Desde sus inicios, en los coros de la iglesia hasta un poco antes de su fallecimiento.
Este filme sigue la tendencia de los últimos años por presentar vidas de artistas renombrados como Elvis, Freddy Mercury y Elton John. Si bien es cierto que probablemente no sea la película definitiva sobre la vida del artista, tiene aspectos bastante rescatables de los que vale la pena hablar.
Primero, la película narra aconocimientos de la vida personal de Whitney que el público en general no conoce. Como su relación sentimental con su mejor amiga Robyn Crawford. Que se dio a conocer después del fallecimiento de la cantante. La presión religiosa de sus padres y social como factor para su rompimiento.
Además de abarcar aspectos conocidos como su matrimonio con el cantante Bobby Brown. Su adicción a las drogas, la relación con su madre, la cantante Cissy Houston y
la conflictiva relación laboral con su padre, John Houston.
En el lado profesional la relación casi paterna con el productor Clive Davis, su meteórico éxito y su llegada al cine de la mano de Kevin Costner. Aunque a este solamente lo vemos en material de archivo de la película El Guardaespaldas (1992).
Naomi Ackie destaca con una caristmática interpretación de Whitney Houston. En el que podría ser su primer gran papel, con una gran responsabilidad al represetar a una las más grandes figuras de la música.
La siempre acertada actuación de Stanley Tucci como el paternal Clive Davis.
Y la actuación de Nafessa Williams como Robyn Crawford. Actriz que sobretodo ha destacado en la televisión como la súperheroina lesbiana Thunder/Anissa Pierce, en la serie Black Lightining. Nafessa destaca nuevamente en un papel LGBT, que resulta mucho más empático que el de Bobby Brown.
I Wanna Dance with Somebody cubre muchas cosas personales y profesionales en la vida de Whitney Houston. Lo que juegan a su favor y en contra. Conocemos los aspectos más destacados de la biografía de la cantante, pero hay algunos momentos en lo que probablemente la directora podría a ver tocado con más detalle. Como la importancia de la interpretación del himno nacional de Estados Unidos en el Super Bowl XXV. O el éxito del soundtrack de El Guardaespaldas, que fue el disco que le dio fama mundial.
El filme es una película entretenida, dirigido por una mujer, con algunos muy buenos momentos y un par de actrices a las que no hay que perder de vista.