Por Laura Athié*
Hija, la última vez que nos vimos te regalé un pañuelo. Hoy, que has decidido partir, puedo decirte lo siguiente:
No quisiera verte nunca, ni a ti ni a ninguna de tus amigas que son también como mis hijas, en la plancha de algún hospital clandestino.
Yo quisiera, Abi, hija, que siempre fueras fuerte, como cuando llegaste al mundo pese a todo pronóstico y después del primer respiro, tocaste mi nariz. Quisiera que tú y sólo tú tomaras tus propias decisiones, como lo has hecho hasta hoy.
Que pensaras en lo mejor para ti, para tu vida, para tu espíritu y para tu salud.
Yo te he educado para ser libre, Abi, para levantar la voz, para decir lo que piensas. Para cuidarte, para decir no.
Fuiste conmigo a marchar muchas ocasiones sobre avenida Reforma por motivos diversos. Juntas, madre e hija, levantamos la voz por lo que nos parecía una injusticia y también por aquello que nos alegró.
Por eso, hija, quiero contarte que hoy, muchas mujeres en México, Líbano, Argentina, España y muchos países insisten en levantar la voz y otras han muerto por haberlo hecho. Se han puesto pañuelos verdes en el cuello y se han parado afuera de sus congresos un año y luego otro y han pintado las grandes avenidas de mujer. Y han dicho que ellas —y tú, y yo, y todas las mujeres del mundo, Abi— tienen derecho a decidir sobre su cuerpo y sobre su sexualidad, tienen derecho a no ser violentadas, a vivir. Y eso, cariño, nada tiene que ver con ser buena o mala o pecadora o asesina. Eso tiene que ver con el derecho que todas nosotras, grandes o muy jóvenes, como tú, Abril, tenemos por el hecho de ser, de haber nacido, de estar en este mundo y nadie, absolutamente nadie, puede arrebatárnoslo.
Por eso, quiero que conozcas a las chicas de los pañuelos verdes, a las morras, a las pibes, a las que ya han dicho lo que quieren, a las que otros y otras, les han quitado el derecho a decidir, a ser libres, a caminar, a amar.
Ellas han gritado por muchas calles cariño, porque ya no quieren que sus amigas mueran en hospitales, porque no quieren desangrarse frente a un doctor que no las cuida. Porque al igual que tú y que yo, ellas se enamoran, besan, estudian, sueñan y a veces se pueden embarazar.
Porque tú eres como ellas, Abi: fuerte, valiente, inteligente y sin temor. Ellas hablan de aborto, de acoso, cariño, tú sabes perfectamente qué es eso y sabes también sobre sexualidad. Lo hemos conversado, podemos conversarlo siempre. Puedes siempre elevar tu palabra y decir «yo opino esto, esto es lo que quiero y nadie tiene derecho a decidir por mi.»
Corazón, por eso te cuento de los pañuelos verdes, para que lleves uno siempre, toda tu vida, para que cuando alguien no te permita hablar, cuando alguien te obstruya el camino, quiera violentarte o busque hacerte sentir inferior, digas que no. Abril, sabes cómo hacerlo. Conoces tus derechos, desde niña los platicamos tú y yo.
Este próximo 8 de marzo, corazón, como cuando eras niña y salíamos juntas para marchar, saldré para marchar con ellas. No estarás aquí pero estarás en mi corazón. En donde quiera que te encuentres, hija, usa tu pañuelo, Abi, y decide, siempre, como hasta ahora, decide. Y sal, Abi, en donde estés, con tus amigas o con las mujeres que tú tengas cerca. Abrázalas, hermánense, jamás callen y piensa que yo también estoy ahí.
Y sobre todo, hija, acuérdate de que yo, Laura, tu madre, jamás voy a juzgarte y siempre, escúchame, el color que elijas, la persona que ames: Siempre voy a apoyar tu decisión.
* Mexicana de origen libanés y orgullosa madre de Abril. Especialista en narración y memoria. Autora de Robótica: los jóvenes que se atreven a hacerla en México (2007), De cómo cocinaban las abuelas (2011), Calva y brillante como la luna (2013). Nos esforzamos y somos valientes (2022). Es Comunicóloga por la UABC y Maestra en Política Educativa por el IIPE-UNESCO París, Maestra y doctoranda en Ciencias del Lenguaje por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), con estudios de posgrado en IIPE Buenos Aires y FLACSO México; así como de paidología y periodismo. En 2020 fue reconocida como una de las intelectuales de ascendencia libanesa más destacadas en el área de cultura por el Centro Mexicano Libanés. Cordirige LEM: Centro de Producción de Lecturas, Escrituras y Memorias, en Puebla.