Hay amores que permanecen, que seducen y como cómplices permanecen hasta el final
Los buenos libros dejan huella, provocan sensaciones y te hacen vivir en un momento y época distinta a la tuya, no obstante, te identificas o admiras las palabras ahí escritas, esté o no basada en hechos reales
En la literatura existen innumerables libros que hablan sobre el amor, que narran la historia apasionada entre los amantes, del dolor y desamor. Algunos seguirán calándote fuerte cada vez que regresas a ellos, por su intensidad, porque puedes sentir aquello por lo que atraviesa el personaje principal, te deja cicatrices y te unes con ese sentimiento. Lo disfrutas, lo vives y te quedas con esa sensación de haber hecho por esa persona.
Una de estas lecturas es Carta a D. Una historia de amor, de André Gorz, como el título indica es una carta larga, dedicada a Dorine Keir, su esposa, con quien pasó años de amor verdadero que justo recuerda y plasma en esta carta cargada de sentimientos profundos y nostálgicos.
Desde el inicio el lector quedará atrapado, con las primeras páginas no podrá dejar de leerlo, parará por momentos para respirar y pensar en esa coincidencia, en ese deseo, en esa vida junto al ser más importante en su vida, con quien se decide compartirlo todo, donde quizá no se dio lo mejor o no se reconoció la importancia de la persona amada.
Como muestra el primer párrafo:
“Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca. De nuevo siento en mi pecho un vacío devorador que sólo colma el calor de tu cuerpo abrazado al mío.”
Gorz comenzó esta carta el 21 de marzo de 2006 lo hizo cuando su esposa empeoró de salud, después de varios años en los que ella luchó en un principio contra una aracnoiditis, para años más tarde hacerlo también contra un cáncer.
La carta describe momentos clave en la vida de ambos, desde ese día en que la conoció y quedó cautivado por ella, tanto por su físico, como por lo culta que era así como su forma de ser tan diferente y hasta opuestos a él tanto en ideología como en creencias.
“El comienzo de nuestra historia fue maravilloso, casi como un flechazo. El día de nuestro encuentro estabas rodeada por tres hombres que pretendían hacerte jugar al póquer. Tenías una abundante melena rojiza, la piel nacarada y la voz aguda de las inglesas.”
Sin embargo, su amor los hizo solventar todo tipo de penurias y avanzar al grado de no querer vivir uno sin el otro. Este escrito cuenta de viajes, contratiempos, la oposición a su matrimonio, sus estancias en Estados Unidos, México, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Francia. Su vida en el campo y la decisión de él de jubilarse para pasar más tiempo a lado de D.
El final de la carta, realizado el 6 de junio de 2006, un año después él y su esposa fueron encontrados muertos, en su casa de Vosnon, Francia, con un mensaje que despejó cualquier duda respecto a su fallecimiento repentino. Su suicidio y el de su esposa marcó el final de ese amor terrenal. Gérard Host, el nombre real de André, fue filósofo y periodista. Nació en Viena, Austria, en 1943. Fue cofundador del semanario Le Nouvel Observateur. Considerado como uno de los principales teóricos de la ecología política.