“Cuando pusieron la fuente no asistí porque estaba en el hospital recién operada del apéndice. Cuando salí le dije a mi mamá que fuéramos a verla. Estaba yo boba, viéndola y mi mamá me dijo: ‘Ni te creas tan bonita’. Siempre me ponía en mi lugar”, narraba Helvia Martínez Verdayes cuando hizo público, en la década de los años 90, que ella había sido la musa que inspiró la figura de la Diana Cazadora, con tan solo 19 años.
Helvia falleció este sábado 12 de febrero a los 100 años de edad, el mismo año que, por azares del destino, la escultura en Reforma cumple 80 años de haber sido inaugurada.
Helvia falleció sin haber recibido ninguna remuneración por el modelaje que dio vida al cuerpo de la emblemática fuente, pero con la satisfacción vanidosa de quién se sabe un elemento trascendente de la historia y del tiempo. Fue esa misma vanidad la que la orilló a quitarse la ropa ante la mirada artística del escultor Juan Fernando Olaguíbel, en 1940. Medía 1.66 metros y pesaba 44 kilogramos. “Hacía yo mucho ejercicio, jugaba tenis. Estaba yo muy bien… Primero me hicieron una cosa hasta aquí (cintura) y luego los senos”, explicó la modelo 50 años después de haber posado, cuando el deseo de no ser olvidada se hacía profundo y el desnudo había sido recategorizado a la sección de la belleza.
En ese intento publicó El Secreto de la Diana Cazadora, en dónde además de acreditarse la figura corporal esta, señaló que diez años después de su primera incursión en el mundo del modelaje artístico, posó nuevamente para el maestro Olaguíbel para el Monumento a la Industria Petrolera de México, mejor conocido como la Fuente de Petróleos Mexicanos, inaugurado en 1952 por Miguel Alemán Valdés.
La fortuna de la juventud le sonreía, y en 1958 inició un romance clandestino con Jorge Díaz Serrano, director de PEMEX durante el auge petrolero de la década de los 70. El amor en libertad, fue algo que no conocieron. Años más tarde del inicio del romance, Díaz Serrano, columnista habitual del diario Excélsior y entonces embajador de México en Rusia, fue encarcelado en el Reclusorio Sur acusado de un fraude de 34 millones de pesos y robo. Caído de la gracia del expresidente Miguel de la Madrid y tras las rejas, pidió que Helvia fuera legalmente su esposa tras 30 años de amor clandestino. El enlace se celebró al interior de la penitenciaría. Nunca más volverían a estar solos, pero la vida en conjunto tenía sus propias complicaciones.
“Cuando lo metieron en el reclusorio, el gobierno le quitó todo a Jorge. Sus cuentas en el banco, sus propiedades, sus carros, sus relojes, sus cuadros… luego, cuando salió de la cárcel tuvimos que vender lo que nos quedaba: pinturas que él me había regalado de Maurice Utrillo, de Remedios Varo, de Diego Rivera. Jorge llegó a tener en su colección hasta 400 obras de arte, le encantaba el arte, pero se las quitaron. También me había regalado un departamento en Polanco, en Campos Elíseos, enorme, y ese también luego lo tuvimos que vender. La que más me dolió fue una casa que teníamos en Cuernavaca, que era mía, primorosa, con un lago enfrente y una Diana Cazadora del mismo tamaño de la que está en Reforma. Todo eso me lo compró mi esposo. Todo lo vendimos”, relataba La Diana de carne y hueso.
Después de deshacerse de todas sus posesiones, se asentaron en una casa de la colonia Anzures, en dónde vivió hasta el final de sus días dedicada al bordado, la escultura y al lado de su perro “Palomo”.
Censura y Oprobio
La belleza de Helvia en la escultura perfecta que el arquitecto Vicente Mendiola y el escultor Juan Fernando Olaguíbel habían creado con miras a embellecer el entonces Distrito Federal fue el oprobio de la Liga de la Decencia, conformada por señoras de la alta sociedad que veían como vulgar e impropio que una mujer desnuda adornara la avenida más importante de la ciudad. Ese fue el motivo por el que por más de 25 años la Diana Cazadora, inspirada en la diosa romana de la caza, fuera cubierta con un subligaculum romano. Era impúdico mostrar el cuerpo desnudo de una mujer en público, por ello, Helvia mantuvo el secreto de su incursión como modelo.
De Helvia nos quedará el recuerdo inmortal bello y potente en Paseo de la Reforma.