Por Óscar Fernández
“No te asuste naufragar que el tesoro que buscamos, capitán, no está en el seno del puerto sino en el fondo del mar”
León Felipe
¿Por qué se ocultaban los tesoros? ¿Cuál era el motivo de que lo resplandeciente reluciera bajo tierra o en lugares escondidos donde nadie pudiera verlos? Los piratas y aquellos que codiciaban el valor de la belleza la vedaban a los ojos de otros.
El primer tesoro del que hablaré está valorado como el más grande de la historia, calculado en 500 millones de dólares; se trata del galeón hundido en 1622 frente a las costas de Florida, de nombre Nuestra Señora de Atocha.
¿Habéis oído de él? El barco de 56 codos de eslora fue superado por el peso y naufragó. No fue hasta julio de 1985 que Mel Fisher lo descubrió en las profundidades; con 24 toneladas de plata en 1038 lingotes, 180,000 pesos en monedas de plata, 582 lingotes de cobre, 125 barras y discos de oro, 20 cañones de bronce, 525 fardos de tabaco, 1,200 libras de platería trabajada en un exquisito lote en cajas de marfil labradas de Ceilán, sin sumar joyas y pertenencias personales no registradas.

El gran tesoro se hundió con 265 personas a bordo y solo 5 sobrevivieron. Durante los siguientes 60 años los españoles buscaron su embarcación con esmero, pero parecía una maldición, pues el galeón había desaparecido, hasta que en 1969 Mel Fisher con su tripulación Treasure Salvors, 16 años después logró encontrar el tesoro más grande de la historia, superando a las tumbas de los faraones.
Fisher utilizó hélices para mover arenas, magnetómetros de protones, hasta que dio con el hallazgo, estaba disperso, y hoy lo podemos visitar en Mel Fisher Maritime Heritage Society Museum, que está situado en la calle Greenee 200, Cayo Hueso, Florida.
Una visita que nos maravillará, pues veremos los cofres, un cinturón de oro sólido, un collar engastado con piedras preciosas, un cáliz de oro para quien tomara de él no fuese envenenado, y muchas otras cosas que nos volarían la imaginación, por eso una visita es recomendable.
En la antigüedad los españoles transportaban los tesoros en sus embarcaciones, y a menudo eran asaltados por los piratas, quienes con violencia robaban a las demás barcos, pero la idea de evitar esos saqueos fue rellenando santos huecos, dentro de las figuras de barro se albergaban grandes fortunas, el problema del galeón Nuestra Señora de Atocha, en que se pasó de kilos y kilates.
Otro tesoro enterrado que no puedo dejar pasar en esta ocasión es el de Tutankamón, permaneció oculto en las profundidades durante milenios en el valle de los reyes. El ataúd hecho con 110 kilos de oro macizo, la máscara también de oro, lapislázuli y otras piedras preciosas cubriéndole hombros y cabeza. Vaya que así da gusto morirse.

Además de las riquezas ostentosas como toda buena herencia iba acompañada de una maldición, fue así como se ahuyentó a los ladrones de tumbas, podría ser una realidad o un mito que persiste a través de los siglos.
El arqueólogo británico Howard Carter descubrió la tumba, interfiriendo así en lo que los antepasados querían para su faraón, se dice que cuando terminó el trabajo murió de cáncer, al igual como muchos otros que profanaron la tumba.
Hoy podemos encontrar más de 3,500 objetos exhibidos en el Gran Museo Egipcio de Antigüedades en Giza, una experiencia sin precedentes. La estatua de Tutankamón está valorada en 6 millones de dólares, el busto del faraón fue adquirido en una subasta por un comprador secreto en 5,2 millones de euros, y a raíz de eso el gobierno egipcio pidió ayuda a la interpol para recuperarlo.
¿Qué tenia de especial este faraón? Tutankamón, era un hombre de aspecto no muy agradable, sus dientes de conejo, sus caderas anchas y una enfermedad que le aquejaba, un pie zambo y una cojera severa, pues sus extremidades estaban torcidas por un defecto de nacimiento, fue muy querido porque instauró el orden en el país después de las reformas políticas y religiosas impuestas por su padre, por tal motivo fue el rey más importante de Egipto y el pueblo lo enterró en la opulencia, sin escatimar.
Seguro hay muchos tesoros, son tan incontables como su valía, por último, mencionaré uno que está vedado para la gente, oculto en las cuevas de Helsinki, Finlandia, se dice que está valorado en 20,000 millones de dólares. Incluye 50 mil piedras preciosas, rubís, zafiros, esmeraldas y diamantes. Cientos de artefactos que datan de hace miles de años, en conjunto con una serie de estatuas de tamaño natural de oro de 18 kilates.

La existencia del tesoro fue reconocida en 1984 cuando el terrateniente Lord Bock afirmó que su familia era descendiente directa de Lemminkäinen, quien aparece en la mitología pagana finlandesa. Se cree que el tesoro está escondido en las cuevas de Sibbosberg, a 32 kilómetros al este de la capital, en el templo subterráneo de Sipoo, donde hay un pasillo espiral donde se almacenan todos estos invaluables objetos recolectados por varias generaciones.