Por Óscar Fernández
“La gente que te hace daño cuando sabe que puede hacerte daño. Si le quitas la oportunidad, la desarmas”
Jordi Sierra i Fabra
Jordi Sierra i Fabra es un escritor catalán muy prolífico, que llegó a pesar de sus circunstancias. Tal vez la adversidad puede ser el motor, aunque la mayoría desiste cuando los retos son insuperables a la vista, el temor es lo que frena a las personas a no conseguir sus sueños, dejarnos guiar por esos comentarios malintencionados que en ocasiones vienen de nuestra gente cercana, de los adultos que estaban destinados a cuidarnos, o de supuestos maestros que están cargados de ignorancia y frustración.

Jordi era un niño pobre, tartamudo, situación que causaba la mofa con sus compañeros de clase, en sus anécdotas comparte mucho la de un profesor que le dijo que no llegaría a ningún lado, cuando Jordi de niño confesó que quería ser escritor.
Recuerda sus primeros años comprando libros de segunda mano, leía mucho, viajaba a otros universos pues el propio no era esperanzador, las historias lo salvaron, fue que a pesar de ser tartamudo tenía una gran ortografía y un lenguaje rico. Las letras le salvaron la vida, pues sobre el papel desaparecía la tartamudez.
El papel en blanco creyó en él, no culpa a su padre que le decía que escribir era una tontería, el hombre que le crio era pobre y temía que su hijo siguiera pasando hambre, por eso desde el miedo le instó a buscar un trabajo y un oficio en la construcción. Jordi odiaba su empleo, se dio cuenta que la vida era un cheque en blanco en el que no venía explicito el tiempo que permanecería en esta tierra e insistió, busco la manera de escribir.
Empezó en una revista de música, era ese fan que enviaba las cartas a Madrid desde Barcelona para nutrir un viejo programa de música, escribía párrafos y párrafos, hasta que fue invitado y después se quedó ahí, con uno de los mejores puestos. Se volvió un apasionado de la música, contaba sus historias con los músicos más grandes del momento: Queen, David Bowie, entre tantos otros, pero en una ocasión bebiendo con George Harrison, entró la policía a un bar de Londres, cuenta como el fallecido Beatle y él corrieron por las calles de la capital inglesa para no ser arrestados.
Vivió la época en que la música dio pasos de gigante, las grandes estrellas convivían con el público, cualquiera podía ir a los camerinos a saludar a las celebridades, pero un 8 de diciembre de 1980 mataron a John Lennon y el mundo de la música cambió. La inversión en seguridad distanció a los inocentes fans de sus ídolos, y la música empezó a fracturarse, hasta el día de hoy en que ya todo es desechable.

A Jordi todas las puertas se le habían cerrado cuando niño, nadie creía en él, esperaba esas palabras de aliento, de cariño, en cada mirada tenía la esperanza de que la voz de un adulto le iba a orientar, confirmándole que su instinto y la realidad iban de la mano, pero eso nunca ocurrió, el pequeño Jordi se tenía a sí mismo para decirse, vas a ser escritor.
Dejó su puesto en la revista, no era suficiente ir a conciertos y viajar gratis, él quería ser novelista, entonces empezó de nuevo saltando al vacío y comenzó a crear una inmensidad de literatura variada, ha tocado en lo juvenil, algunas de sus obras son: “Las chicas de alambre” “Voces del futuro” “El club de los raros”
Ha escrito infinidad de obras y a menudo le preguntan si contrata escritores fantasma, pero eso le causa gracia al escritor, quien responde – Lo di todo por llegar aquí, me gusta tanto escribir que ni secretaria tengo.

Jordi Sierra i Fabra nos deja en claro que el mundo no cambia, nosotros somos los que debemos cambiar, a las dificultades se les puede dar importancia, pero no la suficiente como para dejarnos vencer. Todo es posible si nuestra mente así lo decide, todo lo podemos lograr si el temor y la opinión ajena están bajo control.
Jordi lejos de enseñarnos a empezar un nuevo año con su ejemplo de vida, nos insta a forjar un nuevo destino creado por nosotros mismos. En su libro “El club de los raros” nos habla de esas diferencias que no son malas, pero son menos enfermizas que la normalidad.